musica

jueves, 5 de junio de 2014

.- EL EXTASIS DE TOM .- 16 (PARTE 1 y 2)

CAP 16 (PARTE 1)
Paul no podía dormir. Si hubiera sido una persona propensa al melodrama, habría descrito su estado de ánimo como «una noche oscura del alma». Pero Paul era de Vermont, así que no era propenso al melodrama. Sin embargo, tras una noche de cervezas con sus compañeros del equipo de rugby, seguía sin poder quitarse de la cabeza la imagen del cuello marcado de ____.
Él tenía ideas muy claras sobre cómo un hombre debía tratar a una mujer, ideas basadas sobre todo en su experiencia directa. Sus padres no eran particularmente cariñosos, ni dados a demostraciones de afecto en público, pero siempre se trataban con respeto. Su madre le había enseñado a tratar a las chicas como a damas y su padre había reforzado la idea, diciéndole que si alguna vez se enteraba de que había tratado mal a una, tendría que responder de sus actos ante él.
Paul recordó su primera fiesta en la Universidad Saint Michael. Se había encontrado con una chica que volvía a su habitación con la camisa rota. La había tranquilizado y le había pedido que le dijera el nombre de su atacante. Entonces, Paul lo fue a buscar y lo retuvo hasta que llegó la policía. Antes, no obstante, se encargó de darle un ligero escarmiento.
Cuando su hermana pequeña, Heather, le contó que chicos de su clase la atormentaban con comentarios obscenos y tirándole de la goma del sujetador, Paul los esperó a la salida de clase y los amenazó. Heather acabó los estudios sin más percances.
Para Paul, la violencia contra las mujeres era algo inconcebible. Se habría gastado todos sus ahorros en un billete de avión para ir a buscar a la persona que había marcado a ____, si hubiera sabido dónde localizarlo.
Había metido la pata, reflexionó, con la mirada clavada en la pared de su sencillo apartamento. Se había acercado a ella como un caballero de brillante armadura y ella se había metido en su caparazón. Si se hubiera mostrado menos agresivo y más receptivo, tal vez ___ habría confiado en él. Pero se había sentido presionada y ahora iba a costar mucho más que se abriera y le contara lo que había pasado en realidad.
«¿Debo respetar su voluntad y mantenerme al margen? ¿O debo ayudarla incluso en contra de su voluntad?»
Paul no sabía qué decisión acabaría tomando, pero si algo tenía claro era que no iba a perderla de vista. Y a ver si alguien se atrevía a atacarla mientras él estuviera cerca.

A la mañana siguiente, poco antes de las once, ____ apartó el brazo de Tom y se levantó de la cama. Se puso una de las camisas blancas de él y se la abrochó frente a la fotografía ampliada y enmarcada de Tom besándole el cuello.
Aunque esa foto le gustaba mucho, le había extrañado encontrarla tan ampliada y expuesta en un lugar tan prominente. Se acordó de la primera vez que había entrado en el dormitorio, cuando vio las fotos en blanco y negro que colgaban de las paredes. Fue la noche en que Tom le vomitó encima. Bueno, encima de ella y de su jersey color verde botella.
Tom tenía mucho estilo para el vestir. Habría estado elegante aunque llevara puesta sólo una bolsa de papel. (____ se quedó unos instantes con esa imagen en la cabeza y una sonrisa en los labios.)
Lo dejó en la habitación, roncando suavemente, y se dirigió a la cocina. Mientras
se preparaba el desayuno, recordó su comportamiento de la noche anterior.
«¿Qué estaba haciendo en su despacho tan tarde un viernes por la noche?»
Sin plantearse las consecuencias de sus actos, se encaminó hacia el despacho. La mesa estaba casi despejada, el portátil apagado y los papeles recogidos. No pensaba encender el ordenador ni abrir los cajones para descubrir sus secretos.
Sin embargo, encontró algo inesperado: un pequeño marco de plata con una imagen en blanco y negro.
«Maia.»
____ cogió el marco y observó la imagen, maravillada de la rápida progresión de Tom. Permaneció así, absorta, un buen rato.
—¿Has encontrado lo que has venido a buscar?
____ se volvió hacia la puerta, desde donde Tom la observaba apoyado en el marco. Con sólo unos bóxers a rayas y una camiseta, tenía los brazos cruzados a la altura del pecho.
Se quedó mirando un poco más de lo necesario el escote y las piernas de ____, pero al ver lo que tenía en la mano, la expresión le cambió.
—Lo siento —se disculpó ella, dejando el marco donde lo había encontrado.
Tom se le acercó.
—Aún no he decidido dónde ponerlo. —Mirando la imagen, añadió—: Pero no quiero guardarlo en un cajón.
—Por supuesto. Es un marco precioso.
—Lo compré en Tiffany.
____ ladeó la cabeza.
—Sólo a ti se te ocurre comprar un marco en Tiffany. Yo lo habría comprado en un Walmart.
—No fui a Tiffany para eso —replicó él, mirándola fijamente.
A ella le dio un vuelco el corazón.
—¿Y encontraste lo que habías ido a buscar allí?
—Desde luego —respondió él, sosteniéndole la mirada—. Hace ya tiempo.
____ parpadeó como si estuviera sumida en una especie de niebla, hasta que Tom se inclinó sobre ella y la besó. Fue un beso extraordinario. Le sujetó la cara con ambas manos y unió sus labios unos instantes antes de empezar a moverse dentro de su boca. Momentos después, ____ se había olvidado de qué la había llevado hasta el despacho.
Tom le acarició la lengua tiernamente con la suya mientras le retiraba el pelo de la cara y la sujetaba por la nuca. Cuando se retiró, le dio un último beso en la mejilla.
—Ojalá te hubiera conocido antes. Ojalá las cosas hubieran sido distintas.
—Ahora estamos juntos.
—Tienes razón. Y tú estás preciosa con mi camisa —dijo él con la voz súbitamente ronca—. Había pensado llevarte a desayunar fuera. Hay una pequeña crepería en la esquina que creo que te podría gustar.
Cogidos de la mano, regresaron al dormitorio para ducharse juntos y empezar el día.
Esa tarde trabajaron en el despacho. Tom leía un artículo, mientras ____ revisaba su correo sentada en la butaca de terciopelo rojo.

*Querida ____:
Te debo una disculpa. Siento muchísimo haberte disgustado cuando nos encontramos ayer. No era mi intención. Estaba preocupado por ti.
Si alguna vez necesitas hablar con alguien, sólo tienes que llamarme.
Espero que sigamos siendo amigos,
Paul
Posdata: Christa ha estado preguntando por ahí por qué la profesora Picton es tu directora de proyecto.*

Al levantar los ojos, vio a Tom absorto en el artículo. Sin decirle nada, escribió la respuesta:

*Hola, Paul:
Por supuesto que seguimos siendo amigos. Lo que pasó en Selinsgrove fue bastante traumático y estoy tratando de olvidarlo.
Debo insistir en que mi novio me rescató, en más de un sentido.
Un día me gustaría presentártelo. Es maravilloso.
No entiendo el interés de Christa en mi director de proyecto. Sólo soy una estudiante de doctorado.
Gracias por el aviso.
Te dejaré tu regalo de Navidad en el casillero el lunes.
Es pequeño, pero espero que te guste.
Y gracias,
_____*

CAP 16 (PARTE 2)
Katherine Picton llevaba una vida tranquila. Tenía una bonita casa en el barrio de Toronto conocido como The Annex, al que podía irse andando desde la universidad, pasaba los veranos en Italia y las Navidades, en Inglaterra. Dedicaba casi todo el tiempo a escribir y publicar artículos y monografías sobre Dante. En otras palabras, llevaba la vida típica de la respetable académica solterona, aunque no era aficionada a la jardinería ni a coleccionar amantes, ni vivía rodeada de una docena de gatos. (Por desgracia.)
A pesar de su edad, estaba muy solicitada. Le ofrecían dar muchas conferencias y más de una universidad había tratado de atraerla para dar clases, con promesas de salarios desorbitados y escasa responsabilidad académica. Pero Katherine habría preferido excavar el canal de Panamá con las uñas sufriendo al mismo tiempo de fiebre amarilla antes que renunciar a la investigación. No quería oír hablar de clases ni de reuniones académicas.
Y eso fue exactamente lo que le dijo a Greg Matthews cuando éste la llamó para comunicarle que había quedado una plaza de catedrático especializado en Dante vacante en Harvard.
Él tardó unos segundos en reaccionar.
—Pe... pero, profesora Picton —titubeó, buscando argumentos para convencerla—, podríamos arreglarlo. No tendría que dar clases. Sólo un par de conferencias al semestre, estar en la universidad unas horas a la semana y supervisar alguna tesis doctoral. Eso sería todo.
—No quiero tener que trasladar todos mis libros.
—Contrataremos a una empresa de mudanzas.
—Los mezclarán todos y luego será imposible encontrar nada.
—Contrataremos una empresa especializada. Una acostumbrada a hacer traslados de libros. Los sacarán, los embalarán en orden y los dejarán aquí exactamente igual que estaban. No tendrá que mover ni un dedo.
—Las empresas de mudanzas no saben tratar los libros —se burló ella—. ¿Y si pierden algo? Tengo miles de volúmenes en mi biblioteca. No volvería a recuperarlos nunca más. ¡Algunos son irreemplazables!
—Profesora Picton, si acepta la plaza, iré a Toronto y me ocuparé de trasladar sus libros personalmente.
Katherine esperó un instante, hasta que se convenció de que Greg estaba hablando en serio. Entonces se echó a reír a carcajadas.
—Sí que está servicial Harvard últimamente.
—Ni se lo imagina —murmuró él, esperando haberla hecho cambiar de opinión.
—No estoy interesada. Hay un montón de personas más jóvenes que yo a las que tendría que estar ofreciéndoles ese puesto y no a una jubilada de sesenta y ocho años. Pero ya que lo tengo a mano, quería hablarle de una estudiante, _____ Mitchell. Creo que deberían admitirla en su programa de doctorado.
Y pasó diez minutos explicándole a Greg por qué había sido un error no darle una beca completa a ____ el año anterior. Luego insistió para que le concedieran una a partir de septiembre. Finalmente, cuando acabó de decirle lo que tenía que hacer para ser un buen director de estudios de posgrado (lo que, en realidad, quedaba fuera de sus responsabilidades), le colgó el teléfono bruscamente.
Greg se quedó mirando el aparato sin dar crédito.

Durante la última semana de enero, ____ estaba tan contenta que en vez de caminar, le parecía que flotaba a medio metro del suelo. Gracias a los avances médicos, su piel volvía a estar perfecta. Le habían quitado la cicatriz y nadie sabría que la habían marcado. Su terapia iba estupendamente, igual que su relación con Tom, aunque, en ocasiones, éste parecía distraído y tenía que llamarlo más de una vez.
Acababa de tomar café con Paul y se dirigía a la biblioteca tras haber comentado con él el inexplicable reciente buen humor de Christa, cuando recibió una llamada telefónica que le cambiaría la vida. Era Greg Matthews ofreciéndole entrar en el programa de doctorado en Lenguas Románicas y Literatura de Harvard, con una generosa beca, a partir del siguiente septiembre.
Para ello tenía que acabar de manera satisfactoria los cursos que estaba haciendo, pero como el mismo profesor Matthews comentó, dadas sus cartas de recomendación y las palabras elogiosas de la profesora Picton, estaba seguro de que eso no supondría ningún obstáculo.
Aunque el hombre parecía impaciente porque le diera una respuesta, era consciente de que casi todos los estudiantes necesitaban unos días para pensar en su futuro, así que le pidió que lo telefoneara al cabo de una semana.
_____ se sorprendió de lo calmada y profesional que había sonado al teléfono. Aunque la verdad era que apenas dijo nada. Después de colgar, le envió un mensaje a Tom, con dedos temblorosos.
Me acaban de llamar de Harvard. ¡Me quieren!
Depende de que apruebe los cursos. Te quiero, ____.

Poco después, le llegó la respuesta:

Felicidades, cariño. En una reunión.
¿En mi casa dentro de una hora? T.

____ sonrió y completó su tarea en la biblioteca rápidamente, antes de dirigirse al edificio Manulife. Estaba emocionada, pero también preocupada. Por un lado, entrar en Harvard suponía la culminación de sus sueños tras muchos años de duro trabajo. Pero por otro, representaba separarse de Gabriel.
Siguiendo los consejos de la doctora Nicole, decidió mimarse un poco. Se daría un baño caliente y pensaría en la bañera. Le dejó una nota a Tom en la mesita del recibidor donde él siempre colocaba las llaves y se metió en el espacioso cuarto de baño. Quince minutos más tarde, estaba medio dormida bajo el chorro de la ducha tropical.
—Ésta sí que es una buena bienvenida a casa —susurró Tom, abriendo la puerta de la ducha—. Una ____ desnuda, húmeda y calentita.
—Hay sitio de sobra para un Tom desnudo, húmedo y calentito —replicó ella, agarrándolo de la mano.
Él sonrió.
—Ahora no. Tenemos que celebrarlo. ¿Dónde quieres ir a cenar?
En otra época, ____ habría aceptado su sugerencia sólo para hacerlo feliz, pero ahora se sentía más segura de sí misma.
—¿No podríamos quedarnos en casa? Me apetece más que estemos a solas.
—Por supuesto. Me cambio y vuelvo en seguida.
Cuando regresó, ella ya había salido de la bañera y se había tapado con una toalla.
Él le alargó una copa de champán para brindar por las buenas noticias.
—Tengo una cosa para ti —le dijo, desapareciendo un momento en el dormitorio. Regresó con una sudadera color carmesí, que levantó a la altura de los ojos de ella para que leyera las letras—. Era mía. Me gustaría que la tuvieras tú ahora.
Le quitó la copa de la mano y la dejó al lado de la suya, en la encimera del lavabo. Luego tiró de la toalla hasta que ésta cayó al suelo.
Con la sudadera puesta, ____ parecía una estudiante de alguna hermandad de Harvard que acabara de levantarse de la cama de su novio.
—Estás preciosa —susurró él, abrazándola y besándola con entusiasmo—. Es un logro muy importante y sé que has trabajado mucho para conseguirlo. Estoy muy orgulloso de ti.
____ sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. Aparte de Grace, nadie le había dicho nunca que estuviera orgulloso de ella.
—Gracias. ¿Estás seguro de que quieres desprenderte de tu sudadera?
—Claro, chica lista.
—Todavía no he decidido si voy a aceptar su oferta.
—¿Cómo? —Tom dio un paso atrás para verla mejor. Tenía el cejo fruncido.
—Me acaban de llamar. Tengo una semana para decidirme.
—¿Qué es lo que tienes que pensar? Sería una locura rechazar esa oferta.
____ jugueteó con sus manos. Pensaba que Tom estaría triste ante la perspectiva de tener que separarse de ella. No había esperado una reacción tan entusiasta.
Él empezó a recorrer el cuarto de baño a grandes zancadas.
—¿No te han ofrecido suficiente dinero? Ya sabes que yo puedo ocuparme de los gastos. Te compraré un piso cerca de Harvard Square, por el amor de Dios.
—No quiero ser una mantenida.
—¿De qué estás hablando? —preguntó, volviéndose hacia ella bruscamente.
____ enderezó la espalda y levantó la barbilla.
—Yo quiero pagar mis cosas.
Con un gruñido de frustración, él le sujetó la cara entre las manos.
—_____, nunca seremos iguales. Tú eres mucho mejor que yo.
Sus ojos tenían un brillo especial, el brillo de la sinceridad. La besó antes de abrazarla y decirle al oído:
—Tengo más vicios y más dinero que tú. Me niego a compartir mis vicios, pero mi dinero es tuyo. Tómalo.
—No lo quiero.
—Entonces deja que te ayude a conseguir un crédito. Por favor, no malgastes esta oportunidad por culpa del dinero. No después de todo lo que has trabajado.
—El dinero no es el problema. Matthews me ha ofrecido una beca muy generosa, que cubrirá mis gastos sobradamente.
Tirando del bajo de la sudadera, ____ trató de cubrirse un poco más con ella.
—Lo que me preocupa es saber qué será de nosotros si yo me marcho.
—¿Quieres ir?
—Sí, pero no quiero perderte.
—¿Por qué ibas a perderme?
____ ocultó la cara contra su pecho.
—Las relaciones a distancia son siempre difíciles. Y eres muy guapo. Las mujeres harán cola para ocupar mi lugar.
Él frunció el cejo.
—No estoy interesado en las demás mujeres. Sólo me interesas tú. He pedido un año sabático. Y si con eso no es suficiente, pediré una excedencia. Me irá bien pasar un año en Harvard para acabar mi libro de una vez. Podemos mudarnos en septiembre y ya decidiremos qué hacemos más adelante.
—No puedo permitirlo. Tu carrera está aquí.
—Los académicos se toman años sabáticos constantemente. Pregúntaselo a Katherine.
—¿Y si te arrepientes y me lo echas en cara?
—Es más probable que te arrepientas tú de estar atada a un hombre mayor, cuando deberías estar saliendo con jóvenes de tu edad. Y encima a un hombre mayor que es un egoísta sabelotodo que no deja de decirte lo que debes hacer en todo momento.
____ puso los ojos en blanco.
—El hombre que amo no se parece en nada a la persona que has descrito. Ya no. Además, sólo nos llevamos diez años.
Él sonrió irónicamente.
—Gracias. No hace falta que vivamos juntos si no quieres. Podemos ser vecinos. Aunque, si prefieres que no te acompañe... —Tom tragó saliva y aguardó su respuesta.
Ella le echó los brazos al cuello.
—Claro que quiero que vengas.
—Bien —susurró él, arrastrándola hacia el dormitorio.
Cuando ____ regresó a su apartamento al día siguiente, Tom se pasó la tarde trabajando en su despacho. Estaba a punto de llamarla por teléfono para proponerle cenar juntos, cuando alguien lo llamó al móvil. Al ver que era Paulina, no respondió.
Minutos más tarde, el conserje llamó al interfono.
—¿Sí?
—Profesor Kaulitz, hay una mujer que dice que necesita hablar con usted.
—¿Cómo se llama?
—Paulina Gruscheva.
Tom maldijo en voz baja.
—Dígale que se vaya.
El hombre bajó el tono de voz hasta convertirlo en un susurro.
—Sí, profesor, pero le advierto que parece muy alterada. Y está usando su nombre de manera poco discreta.
—De acuerdo —dijo él, apretando los dientes—. Ahora bajo.

Tom cogió las llaves y salió del apartamento maldiciendo.




HOLA!!! BUENO, DISCULPENME POR NO HABER AGREGADO EN ESTA HISTORIA ES QUE ENSERIO, ES MUCHA LA TAREA QUE TENGO, MAS AHORITA SE ME JUNTA PORQUE COMO TRABAJO, NO PUEDO ADELANTAR MI TAREA Y TODO LO TENGO  QUE HACER EN LA TARDE Y YA NO ME DA TIEMPO PERO AQUI ESTA EL CAPS ... DISCULPENME, ESTA VEZ USTEDES CUMPLIERON Y YO AHORA NO... :/ ME SIENTO BASURA :(( JAJAJA BUENO ME VOY, TENGO QUE CONTINUAR CON LA TAREA, NOS ESTAMOS LEYENDO, ADIOS :)) 

6 comentarios:

  1. Woow se llevan 10 años no me esperaba eso jeje creí q seria como 7 jeje, q pasara ahora cuando (Tn) se vaya a Harvard?? me tiene muy intrigada eso xq yo se q Tom se iría con ella xq la ama pero el problema es Paulina sospecho q algo esta tramando xq x algo lo busca con tanta insistencia y aparte el secreto q Tom le esta ocultando a (Tn) no es nada normal mmm aqui hay gato encerrado, eso esta muy sospechoso y ya me muero x descubrirlo, hay tan lindo Paul se nota q sus padres lo criaron muy bien y le enseñaron buenas cosas y sobre todo a no maltratar a las mujeres eso me gusta mucho de el, y también q pasara con Paul cuando (Tn) se vaya a Harvard?? eso es otra cosa q me tiene intrigada, no te preocupes virgi igual me encanto el cap, yo también tengo varias tareas q hacer, espero el proximo cap y me dejaste muy intrigada..

    ResponderBorrar
  2. Cuando se entere Paul q la rayita esta con Tom pensara q fue el que le hizo el mordiscoo..

    La rayita se va a Harvad!! *.* ..

    Ahora q miercoles quiere Paulinaa?? >.<..

    Siguelaa Te entiendo Virgi trabajar y estudiar no es facil!! :D..Nos debes capitulos :P cuando tengas tiempo libre sube mas

    ResponderBorrar
  3. Siemprr tiene que estar paulina molestando?!?!?!?!?!?!?! No la aguantoooo, y paul que cuqui por dios, que caballero hahajajahaha pero me quedo con tomi
    Tranquila yo esperare aquí como fiel lectora que soy hahahahaha si no tienes tiempo, no te preocupes, descansa que la salud es lo primero :)

    ResponderBorrar
  4. Y siguela cuando puedas por fis hahahahaha

    ResponderBorrar
  5. Subeee por favor..!! Estoy muriendoo ;)

    ResponderBorrar