CAP 53.-
Unos días más tarde, Paul
recibió un correo electrónico de ______ anunciándole su compromiso. Fue como si
le hubieran dado un puñetazo en el estómago. Leerlo una y otra vez no mejoró la
situación, pero de todos modos lo hizo. No era que quisiera torturarse, pero
necesitaba que su nuevo estatus le quedara indeleblemente grabado en la mente.
Querido Paul:
Espero que estés bien. Siento haber tardado tanto en responder a tu último
mensaje. El doctorado es más puñetero de lo que pensaba y siempre pienso que no
estoy al nivel de lo que me piden, pero me encanta. (Por cierto, gracias por
recomendarme los libros de Ross King. No tengo mucho tiempo para leer estos
días, pero lo sacaré de donde sea para leer La cúpula de Brunelleschi.)
Una de las razones por las que tengo poco tiempo para leer o hacer
cualquier otra cosa es porque estoy prometida. Tom me pidió que me casara con
él y le he dicho que sí. Queríamos casarnos cuanto antes, pero no hemos
conseguido que nos hicieran hueco en la basílica de Asís hasta el veintiuno de
enero. Tom tiene contactos entre los franciscanos; por eso hemos conseguido que
nos dejen la basílica tan pronto.
Soy muy feliz. Me gustaría que fueras feliz por mí.
Enviaré la invitación a tu apartamento de Toronto. También invitaremos
a Katherine Picton.
Si no puedes o no te apetece venir, lo entenderé, pero para mí es
importante invitar a la gente que quiero. Tom ha alquilado una casa en Umbría para
que los invitados puedan alojarse antes y después de la boda. Nos encantaría
que vinieras. Sé que a mi padre le gustaría volver a verte.
Has sido el mejor de los amigos. Espero poder pagarte todo lo que has
hecho por mí algún día.
Con afecto,
_____
Posdata: Tom no quería que te lo mencionara, pero fue él quien
convenció a la profesora Picton para que supervisara tu tesis. Tom no es tan
malo como pensabas, ¿no crees?
La gratitud de Paul ante la
generosidad de Tom no borró el dolor que sentía al saber que había perdido a ______.
Otra vez.
Sí, ya la había perdido
anteriormente, pero antes del retorno de Tom había mantenido la esperanza de
que ella cambiara de opinión, por muy remota que fuera esa posibilidad. Y saber
que iba a casarse con él le dolía mucho más que si le hubiera dicho que se
casaba con cualquier otro tipo llamado Tom. Como Tom el fontanero o Tom el
instalador de cable.
Pocos días después, _____
recibió un paquete en su casillero de Harvard. Al ver que se lo enviaban desde
Essex Junction, Vermont, lo abrió en seguida.
Paul le enviaba una edición
especial de El conejo de terciopelo. Además de una dedicatoria en la
guarda delantera que le llegó al corazón, había una carta en su interior.
Querida _____:
Tus
noticias me han dejado de piedra. Felicidades.
Gracias por
invitarme a la boda, pero no podré ir. Mi padre sufrió un ataque al corazón
hace unos días y está en el hospital. Yo estoy ayudando en la granja. (Por
cierto, mi madre dice que te dé recuerdos. Te está haciendo algo como regalo de
bodas. ¿Adónde quieres que lo envíe cuando esté terminado? No seguirás viviendo
en el campus después de la boda, ¿no?)
Desde la
primera vez que te vi, quise que fueras feliz. Que tuvieras más confianza en ti
misma. Que tuvieras una buena vida. Te lo mereces y odiaría verte tirar esas
cosas a la basura.
No me
consideraría un buen amigo si no te preguntara si Kaulitz es lo que quieres en
la vida. No deberías conformarte con nada que no sea lo mejor para ti. Si
tienes la más mínima duda, no deberías casarte con él.
Te prometo
que estoy tratando de actuar como un amigo y no como un gilipollas resentido.
Tuyo,
Paul
_____ dobló la
carta con tristeza y la guardó dentro del libro.
CAP 54.-
A pesar de que John había dado
su bendición al enlace (a regañadientes, por supuesto), el conflicto surgió
cuando la feliz pareja anunció dónde habían decidido casarse.
Los Clark estaban encantados de
pasar una semana de vacaciones en Italia, pero John, que nunca había salido de
Norteamérica, no estaba tan entusiasmado. Como padre de la novia, había pensado
pagar el enlace de su única hija, aunque tuviera que hipotecar su nueva casa
para hacerlo, pero _____ no quería ni oír hablar del tema.
Aunque la ceremonia sería
íntima, los costes eran demasiado elevados para la economía de John. Y, para mayor
humillación de éste, Tom estaba encantado de pagarlo todo. Para él era más
importante que _____ tuviera la boda de sus sueños que tener al suegro
contento.
Ella trató de mediar entre
ambos hombres, señalando que había cosas que su padre podía pagar, como el
vestido de novia o las flores.
A finales de noviembre, ____
vio el vestido perfecto en el escaparate de una elegante boutique de la calle
Newbury de Boston. Era un vestido de seda de organza color marfil, con escote
de pico y unas mangas minúsculas, que apenas cubrían los hombros. El talle
estaba rodeado de encaje, y la falda, con mucho vuelo, formaba capas recordando
a una nube.
Sin pensarlo, entró y pidió
probárselo. La dependienta le alabó el gusto, diciéndole que los diseños de
Monique Lhuillier eran muy populares.
_____ no había oído hablar
nunca de la diseñadora. No miró el precio, porque el vestido no tenía etiqueta,
pero al verse en el espejo, lo supo. Aquél era su vestido. Era precioso,
clásico, y haría destacar su color de piel y su silueta. Sabía que a Tom le
encantaría que dejara tanto trozo de espalda al descubierto. Sin caer en el mal
gusto, por supuesto.
Se hizo una foto con el iPhone
con él puesto y se la envió a su padre preguntándole qué le parecía. Éste
respondió inmediatamente diciéndole que nunca había visto a una novia más
hermosa.
John le pidió que le pasara el
teléfono a la dependienta y, sin que _____ llegara a enterarse en ningún momento
del precio del vestido, se puso de acuerdo con la mujer para el modo de pago.
Saber que le estaba comprando a su hija el vestido de boda de sus sueños lo
ayudó a superar el hecho de no poder pagar el resto.
Tras despedirse de su padre, _____
pasó varias horas más en la tienda, comprando hasta completar el traje. Entre
otras cosas, eligió un velo que le llegaba casi hasta los tobillos, unos
zapatos de raso, de tacón pero con los que pudiera caminar sin caerse, y una
capa de terciopelo blanco para protegerse del frío de Asís en enero. Con todo
bien empaquetado, se fue a casa.
Dos semanas antes de la boda, John
llamó a _____ para hacerle una pregunta importante.
—Sé que enviasteis las
invitaciones hace tiempo, pero ¿habría sitio para una persona más?
—Por supuesto —respondió ella,
sorprendida—. ¿Me he olvidado de invitar a algún primo lejano?
—No exactamente.
—Entonces, ¿de quién se trata?
Él respiró
hondo y contuvo el aliento.
—Papá,
suéltalo de una vez. ¿A quién quieres que invite? —_____ cerró los ojos y rezó
a los dioses de las hijas de padres sin pareja para que intercedieran por ella
y no permitieran que Deb Lundy asistiera a su boda. O, peor aún, que volviera a
salir con su padre.
—A Diane.
Ella abrió
mucho los ojos.
—¿Qué Diane?
—Diane
Stewart.
—¿La del
restaurante Kinfolks?
—Exacto.
La concisa
respuesta de su padre le dio a ______ toda la información que necesitaba.
Permaneció
unos momentos en silencio, mientras se recuperaba de la impresión.
—_____,
¿sigues ahí?
—Sí, estoy
aquí. Claro... sí... por supuesto. La añado a la lista de invitados. ¿Podría
decirse que es... esto... tu amiga especial?
John respondió
al cabo de unos segundos...
—Sí, podría
decirse.
—Ajá.
Su padre cortó
la conversación en seguida y ______ se quedó mirando el teléfono, preguntándose
qué plato combinado especial sería el responsable de aquel nuevo romance.
«El de pastel
de carne seguro que no», pensó.
CAP 55.-
El 21 de enero, John paseaba
nervioso justo a la entrada de la basílica de Asís. Que su hija y sus damas de
honor llegaran tarde no lo ayudaba a tranquilizarse. Se tiró una vez más de la
pajarita para arreglársela y siguió esperando. En ese momento, una visión
vestida de organza y cubierta de terciopelo blanco hizo su aparición como una
nube radiante.
John se quedó sin habla.
—Papá —musitó _____,
acercándose a él con una sonrisa nerviosa.
Tammy y Rachel la ayudaron a
quitarse la capa y a recolocarse la falda, desplegando la cola a su espalda.
Luego, Christina, la organizadora de bodas que nunca se alejaba demasiado, les
entregó a Rachel y a Tammy sus ramos, que eran una mezcla de lirios y rosas
blancas, a conjunto con el color de los vestidos, de un lila intenso.
—Estás muy guapa —le dijo John
finalmente, dándole un tímido beso a través del velo.
—Gracias. —Ruborizándose, _____
bajó la vista hasta su ramo, que consistía en dos docenas de rosas blancas y
unas ramitas de acebo.
—¿Podéis darnos un minuto? —les
preguntó John a las damas de honor.
—Por supuesto.
Christina se llevó a Rachel y a
Tammy y las situó a la entrada de la basílica. Luego le indicó al organista que
estaban a punto de hacer su entrada.
—Me gusta tu collar —dijo John,
nervioso.
_____ se llevó la mano a las
perlas que le adornaban el cuello.
—Era de Grace.
Tras tocarse los pendientes de
diamantes, decidió que no hacía falta explicarle su origen.
—Me pregunto qué opinaría de
que te casaras con su hijo.
—Quiero pensar que la haría
feliz. Me gusta imaginarme que nos está mirando desde arriba, sonriendo.
Su padre asintió y se metió las
manos en los bolsillos del esmoquin.
—Me alegro de que me pidieras
que te llevara al altar.
______ lo miró sorprendida.
—No iba a casarme sin ti, papá.
Él carraspeó, arrastrando los
zapatos alquilados a un lado y a otro.
—No debí haberte hecho volver
con Sharon. Tendrías que haberte quedado conmigo —dijo, con la voz rota.
—Papá —susurró _____, empezando
a llorar.
Él la abrazó con fuerza,
tratando de decirle con su abrazo lo que no sabía decir con palabras.
—Te perdoné hace mucho tiempo.
No hace falta que volvamos a hablar del tema. —Ella se separó para mirarlo a
los ojos—. Me alegro de que estés aquí. Y me alegro de que seas mi padre.
—_____. —John carraspeó otra
vez para aclararse la voz—. Eres una buena chica.
Al volverse hacia el largo pasillo
que llevaba al altar, John vio que Tom esperaba junto a su hermano y su cuñado.
Los tres hombres iban vestidos con esmoquin de Armani negro y camisa blanca
inmaculada. Aunque Tom quería que llevaran
pajarita, Scott y Aaron habían preferido ir con corbata, ya
que, según ellos, las pajaritas eran cosa de viejos, miembros de las juventudes
del Partido Republicano o profesores universitarios.
—¿Estás
segura? Si tienes dudas, paro un taxi y nos volvemos a casa —preguntó.
_____ le
apretó la mano.
—Estoy segura.
Tom no es perfecto, pero es perfecto para mí. Somos el uno para el otro.
—Le dije que
esperaba que cuidara de mi niña. Que si no estaba dispuesto a hacerlo,
tendríamos un problema. Me contestó que si algún día dejaba de tratarte como a
una reina, fuera a buscarlo y le pegara un tiro. —John sonrió—. Le dije que me
parecía buena idea. ¿Estás lista?
Ella respiró
hondo.
—Sí.
—Pues vamos
allá. —Ofreciéndole el brazo, asintió con la cabeza para indicarles a las damas
de honor que podían abrir la comitiva al sonido de la música de Johann
Sebastian Bach.
Cuando _____ y
John echaron a andar, la música cambió y empezó a sonar otra pieza del mismo
compositor.
Tom captó la
mirada de _____ desde la distancia y el rostro se le iluminó con una amplia
sonrisa. El sol de enero se colaba por las puertas de la basílica, iluminando a
la novia desde atrás. Parecía como si un halo de luz la rodeara.
Tom no podía
parar de sonreír. Sonrió durante toda la ceremonia, incluso mientras juraba
respetar a su esposa y durante la actuación de la soprano que interpretó Despertad,
la voz nos llama, de Bach y Exultate, jubilate, de Mozart.
Tras la ceremonia,
sujetó el velo de ______ con dedos temblorosos y se lo levantó despacio. Con
los pulgares, le secó las lágrimas de felicidad que le rodaban por las
mejillas, y la besó. Fue un beso suave y casto, pero lleno de promesas. Luego
fueron a la parte inferior de la basílica para visitar la cripta.
No lo habían
previsto, pero sin ponerse de acuerdo, se dieron la mano y se encontraron
dirigiéndose a la tumba de san Francisco.
En aquel lugar
tranquilo y oscuro donde Tom había tenido su inefable experiencia meses atrás,
se arrodillaron y rezaron. Ambos dieron gracias, cada uno por tener al otro en
su vida y por las numerosas bendiciones que habían recibido. Tom dio también
las gracias por Maia y por Grace, por su padre y sus hermanos.
Cuando se
levantó para encender una vela, ambos pidieron una última bendición. Un último
pequeño milagro. Al acabar sus oraciones, una extraña paz se había adueñado de
sus almas, envolviéndolas como una manta.
—No llores,
dulce niña. —Tom le ofreció la mano a ______ para ayudarla a levantarse. Le
secó las lágrimas antes de besarla—. Por favor, no llores.
—No puedo
evitarlo. Soy tan feliz... —dijo ella, con los ojos brillantes y una sonrisa
temblorosa—. Te quiero tanto...
—Yo siento lo
mismo. No dejo de preguntarme cómo ha podido pasar. Cómo es posible que te
reencontrara y te convenciera de que fueras mi esposa.
—El cielo nos
sonrió.
Se puso de
puntillas para besar a su esposo junto a la tumba de san Francisco sin ninguna
vergüenza, porque sabía que las palabras que acababa de pronunciar eran verdad.
HELLOOOOO!!! BUENO AQUI ESTAN OTROS CAPS ... YA MAÑANA TERMINA ... ASI QUE PREPARENCE ... MAÑANA MISMO SUBO EL PROLOGO DEL ULTIMO LIBRO :)) SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO, 4 O MAS Y SUBO SINO NO ... ADIOS :))
Aewww al fin se casaron!! *.*
ResponderBorrarEstoy emociinadaaaa...
Me encantaaa disfruto leendoo enserio.. Virgi mil gracoas por adaptarla ;)
De que traara el otro libro de su vida como esposos..
Subeee porfaaa subeeee
:O Se casaron siiii q alegría y q romántico :) me encantooooo, huyy como terminara esta segunda parte??? me muero x saber y también te pregunto virgi de q tratara la tercera y ultima parte??? estoy muy intrigada pleasee sube los caps finales mañana y el prologo de la ultima parte estoy muy intrigada :)
ResponderBorrarAmoooo a Tom espero q no haga sufrir a (Tn) sube los últimos caps mañana pleaseeeeeeeeeee!!!!
ResponderBorrarporfin se casaron *-* que bello
ResponderBorrarya quiero saber de que tratara el 3 libro :D me encanta
sube pronto