CAP 45
_____ se apartó un poco para
verle la cara, preparándose para lo que estaba a punto de llegar. El movimiento
llevó al aroma su cabello hasta la nariz de Tom.
—Tu pelo... está distinto
—murmuró.
—Tal vez un poco más largo.
—Ya no huele a vainilla.
—Cambié de champú —replicó
ella, secamente.
—¿Por qué? —Tom cambió de
postura para eliminar la distancia entre los dos.
—Porque me recordaba a ti.
—¿Por eso no llevas los
pendientes? —le preguntó él, acariciándole la oreja.
—Sí.
La miró, herido.
Ella apartó la vista.
—Te quiero, _____. No importa
lo que pienses de mí. Todo lo que hice lo hice para protegerte.
_____ se volvió para tumbarse
de lado, sin tocarlo.
—«Yo soy el que te es fiel,
Beatriz» —citó Tom, con los ojos brillantes de emoción—. Por favor, recuérdalo
en todo momento mientras te cuento lo que pasó.
Y, suspirando hondo, elevó una
rápida plegaria antes de empezar a hablar.
—Cuando nos presentamos ante
los miembros del comité, había centrado mis esperanzas en que tanto tú como yo
nos mantendríamos en silencio, obligándolos a mostrar las pruebas que tenían
contra nosotros. Pero pronto quedó claro que no iban a detenerse hasta que no
encontraran algo incriminatorio.
»Metí la pata al enviar la nota
de Katherine al Registro. Estaban preocupados por si habías recibido trato de
favor y pensaban dejar tu nota en suspenso hasta haberlo investigado todo.
—¿Pueden hacer eso?
—Sí, está contemplado en las
normas de la universidad. Y sin el expediente completo, no habrías podido
graduarte.
______ parpadeó al comprender
las implicaciones de lo que estaba oyendo.
—Me habría quedado sin Harvard
—susurró.
—Te habrías quedado sin Harvard
este año, pero probablemente para siempre, porque la suspensión del expediente
habría despertado sus sospechas. Aunque no hubieran podido descubrir nada,
¿para qué iban a darle la plaza a alguien sospechoso, con tantísimas
solicitudes como reciben al año?
____ permaneció inmóvil,
sintiendo el peso de sus palabras como una carga.
Tom se rascó la barbilla,
inquieto.
—Tenía miedo de que los
miembros del comité arruinaran tu futuro. No podía consentirlo. Había sido
culpa mía. Había sido yo quien te había asegurado que estaríamos a salvo
siempre y cuando no nos acostáramos. Fui yo quien te invitó a ir a Italia. Debí
haber esperado. Mi egoísmo fue lo que nos metió en líos. —Mirándola a los ojos,
bajó la voz y añadió—: Siento lo de la última noche. Debí haber hablado
contigo, pero estaba tan asustado que no podía razonar. No merecías que te
tratara así.
—Me sentí tan sola a la mañana
siguiente...
—No se me podía haber ocurrido
una manera peor de lidiar con mi ansiedad.
Pero espero que entiendas que no fue sólo... un polvo para
descargar tensiones. Siempre que he estado contigo ha sido con amor. Siempre.
Lo juro.
_____ bajó la
vista.
—Para mí
también. Nunca ha habido nadie más en mi vida, ni antes ni después.
Tom cerró los
ojos, dejando que el alivio le relajara los músculos. Aunque ella se había
sentido furiosa y traicionada, su frustración no la había llevado a los brazos
de otro hombre. No había perdido la fe en él por completo.
—Gracias
—susurró, respirando hondo antes de continuar—: Cuando confesaste ante el
comité y vi su reacción, supe que estábamos perdidos. Mi abogado estaba
preparado para negarlo todo, esperando que me excusaran o que dictaran una
resolución que pudiera luego impugnar en los tribunales, pero tu confesión les
dio la confirmación que necesitaban.
—Habíamos
acordado que presentaríamos un frente unido, Tom, ¿lo has olvidado? —dijo ella,
subiendo el tono de voz.
—Lo acepté, no
lo niego, pero también te dije que no permitiría que nadie te hiciera daño ni
pusiera en peligro tu carrera. Y esa promesa tenía prioridad.
—Un acuerdo
también es una promesa.
Él se echó
hacia adelante.
—Estaban
amenazando tu futuro. ¿Creías que me iba a quedar allí quieto, mirando sin
hacer nada?
Al ver que
ella no respondía, insistió.
—¿Acaso tú te
quedaste sin hacer nada cuando amenazaron con demandarme?
_____
reaccionó al fin, levantando la vista hacia él.
—Ya sabes que
no. Les supliqué. Pero no quisieron escucharme.
—Exacto. ¿De
quién crees que tomé ejemplo?
Ella negó con
la cabeza, pero no le llevó la contraria.
—Si los dos
rompimos las reglas, ¿por qué no nos castigaron a los dos?
—Yo soy el
profesor; mi responsabilidad era mayor. Y la profesora Chakravartty te defendió
desde el primer momento. No cree en la posibilidad de que una relación entre un
profesor y un alumno pueda ser consentida. Y, por desgracia, encontraron tu
correo electrónico.
—Así que fue
culpa mía.
Tom le
acarició suavemente la mejilla.
—No. Yo te
convencí de que sería seguro romper las reglas. Y luego, en vez de asumir la
responsabilidad de mis actos, me escondí detrás de mi abogado. Tú fuiste la
única con el suficiente valor para levantarte y decir la verdad. Pero una vez
la verdad hubo salido a la luz, tuve que confesar.
»Acepté mi
castigo sin protestar a cambio de que aceleraran la resolución del caso. Los
miembros del comité estuvieron encantados de cerrar el asunto sin una demanda
judicial de por medio y aceptaron, prometiéndome clemencia.
_____ lo miró
afligida.
—Por desgracia
—continuó él—, su idea de clemencia y la mía son muy distintas. Esperaba una
reprimenda oficial, no que me obligaran a tomarme una excedencia. —Se frotó la
cara con las manos—. Jeremy estaba furioso por verse obligado a prescindir de
mí, aunque fuera sólo durante un semestre. Había causado un escándalo que
perjudicaba la imagen del departamento entero. Christa amenazaba con ponerle
una demanda a la universidad. Todo era un embrollo considerable y yo estaba en
el centro de la polémica.
—Estábamos
juntos, Tom. Yo también conocía las normas cuando las rompí.
Él esbozó una
sonrisa triste.
—Las normas están destinadas a proteger a los estudiantes,
porque el profesor ocupa una posición de poder.
—El único
poder que ejerciste sobre mí fue el del amor.
—Gracias.
La besó
dulcemente. Tenía el corazón a rebosar de sentimientos. En ningún momento ella
lo había mirado con la expresión de los miembros del comité. No se había
apartado asqueada de él cuando la había besado. Al contrario, sus labios le
habían dado la bienvenida. Tenía la esperanza de que, al final de la
conversación, _____ siguiera a su lado.
—Cuando
llamaron a Jeremy, le rogué que nos ayudara. Le prometí que haría cualquier
cosa.
—¿Cualquier
cosa?
Tom se
removió, incómodo.
—No me
imaginaba que fuera a ponerse del lado del comité, ni que me exigiría que
rompiera toda relación contigo. Fue una promesa hecha en un momento de
desesperación.
—¿Qué dijo él?
—Convenció al
comité para que cambiaran mi suspensión administrativa por una excedencia, para
que así el nombre del departamento no se viera perjudicado. También se me
prohibió calificar trabajos de alumnas durante un plazo de tres años.
—Lo siento. No
tenía ni idea.
Él apretó
mucho los labios.
—Me dijeron
que cesara toda relación contigo inmediatamente y me avisaron de que si violaba
esa condición, el acuerdo quedaría sin validez y reabrirían la investigación.
Sobre los dos. —Se detuvo buscando las palabras adecuadas.
—Si me
consideraban la víctima—lo interrumpió _____—. ¿Por qué amenazar con seguir
investigándome?
Los ojos de Tom
brillaron con frialdad.
—El doctor
Aras sospechaba que estabas diciendo la verdad, que nuestra relación era
consentida y que yo pretendía salvar tu reputación. No iba a tolerar que
saliéramos de allí juntos y riéndonos de todos a sus espaldas. Por eso te envié
el correo. Sabía que él lo vería.
—Ese correo
fue muy cruel.
Tom frunció el
cejo.
—Ya lo sé,
pero pensé que, al enviártelo desde mi cuenta de la universidad a tu cuenta de
la universidad, te percatarías de que estaba escrito de cara a la galería.
¿Alguna vez te he hablado en ese tono?
Ella lo miró
desafiante.
—Quiero
decir... ¿alguna vez te he hablado en ese tono desde que sé quién eres?
—¿Las
autoridades universitarias pueden prohibirte verme?
Tom se encogió
de hombros.
—Lo hicieron.
La amenaza de Christa pendía sobre la cabeza de todos. Jeremy pensó que si me
tomaba una excedencia, podría convencerla a ella de que retirara la demanda. Y
lo cierto es que lo consiguió. Pero no olvides que me había amenazado con no
mover un dedo para ayudarnos si seguíamos viéndonos.
—Eso es
chantaje.
—Eso es
política académica. Si la demanda de Christa hubiera llegado a la justicia
ordinaria, el perjuicio al prestigio de la universidad habría sido irreparable.
Jeremy habría perdido la posibilidad de atraer a los mejores profesores y
alumnos al departamento, porque se correría la voz de que no era un lugar
seguro. No quería verme
envuelto en un escándalo de ese tipo, ni quería que tú
tuvieras que acudir a un tribunal, aunque sólo fuera como testigo.
Carraspeó. _____
era consciente de que estaba pasando un mal rato, pero no obstante siguió
hablando:
—Acepté sus
condiciones. Jeremy y David insistieron en que te entrevistarían al final del
semestre para asegurarse de que habíamos roto el contacto. No tenía elección.
______ jugueteó con el dobladillo de su vestido.
—¿Por qué no
me avisaste? ¿Por qué no pediste un receso para explicarme lo que estaba pasando?
Éramos una pareja, Tom. Se suponía que hacíamos las cosas juntos.
Él tragó
saliva con dificultad.
—¿Qué habría
pasado si te hubiera llevado aparte y te hubiera contado lo que pensaba hacer?
—No te lo
habría permitido.
—Exactamente.
No podía permitir que lo lanzaras todo por la borda. No habría podido vivir con
ese peso sobre mi conciencia. Sólo podía esperar que pudieras perdonarme...
algún día.
_____ lo miró,
asombrada.
—¿Fuiste capaz
de arriesgarlo todo sin estar seguro de si podría perdonarte?
—Sí.
Ella notó que
los ojos volvían a llenársele de lágrimas, pero se las secó.
—Ojalá me lo
hubieras contado.
—Quería
hacerlo, pero le había prometido a Jeremy que no volvería a acercarme a ti.
Traté de hablar contigo antes de que él saliera al pasillo, pero Pablo y Soraya
no paraban de meterse por medio.
—Lo sé,
pero...
Tom la
interrumpió.
—Si te hubiera
dicho que era temporal, los miembros del comité se habrían dado cuenta sólo
mirándote a la cara. Se habrían dado cuenta de que no teníamos ninguna
intención de cumplir la promesa. Y yo había dado mi palabra.
—Pero pensabas
romperla.
—Sí, pensaba
romperla —reconoció, mirando hacia afuera.
—No entiendo
nada, Tom. Les hiciste todo tipo de promesas, pero las rompiste. Me escribiste
un mensaje en un libro, lo dejaste en mi casillero...
—Pensaba hacer
más cosas. Pensaba escribirte un correo explicándote la situación, diciéndote
que sólo teníamos que esperar hasta el final del curso. Cuando tú te hubieras
graduado y yo hubiera renunciado a la plaza, podríamos reanudar la relación.
Siempre y cuando tú así lo quisieras —bajó la voz—. Sabía que te estarían
vigilando. Y que te entrevistarían para saber si había roto mi promesa. Me
preocupaba tu incapacidad para mentir.
—Eso son
tonterías —protestó _____ con rabia—. Podrías haberme dicho que fingiera estar
deprimida. No soy una gran actriz, pero algo habría podido hacer.
—Había
otros... factores.
Ella cerró los
ojos.
—Cuando
tropecé... me miraste como si me odiaras. Parecía que sintieras repugnancia por
mí.
—____, por favor. —Tom le agarró una mano y la
estrechó contra su pecho—. Esa mirada no iba dirigida a ti. Estaba asqueado,
pero por la vista, por todo lo que estaba pasando. Te juro que tú no tenías
nada que ver con lo que sentía en ese momento.
Ella soltó
unas cuantas lágrimas, aliviada al haber logrado respuestas para
muchas de sus preguntas. Aunque faltaban algunas de las
respuestas más importantes.
—Odio que
estés llorando por mi culpa —manifestó Tom con pesar, acariciándole la espalda.
_____ se secó
los ojos con el dorso de la mano.
—Tengo que
volver a casa.
—Puedes
quedarte aquí esta noche —propuso él, cautelosamente.
Ella no sabía
qué hacer. Si se quedaba, tal vez perdiera la distancia que necesitaba para
acabar de preguntarle todo lo que quería saber, aunque volver a su apartamento
frío y oscuro le parecía una decisión cobarde. Sabía que si permitía que su
cuerpo se acurrucase junto al de Tom, éste arrastraría también a su mente y a
su corazón.
—Debería
marcharme —dijo finalmente, suspirando—, pero ahora mismo no me veo capaz de
levantarme.
—Pues quédate.
Quédate aquí, entre mis brazos. —La besó en la frente y le susurró varias veces
que la amaba.
Muy
lentamente, se separó de ella y fue a buscar un par de mantas, aprovechando de
paso para apagar las velas. Dejó encendidas las candelitas de las lámparas
marroquíes, que llenaban de luz y color las paredes de la tienda. El aire
brillaba a su alrededor.
Crearon un
nido en el centro del futón. Tom se tumbó de espaldas y _____ se acurrucó a su
lado. Él no hizo nada para contener el profundo suspiro de alivio que se escapó
de sus labios mientras le rodeaba los hombros con un brazo.
—¿Tom?
—¿Sí?
Él le acarició
el pelo lentamente, disfrutando de la suavidad de los mechones que se
deslizaban entre sus dedos. Trató de deleitarse con su nuevo aroma, pero se
encontró añorando el antiguo.
—Te... te he
echado mucho de menos.
—Gracias —dijo
él, abrazándola con fuerza y sintiendo un gran alivio.
—Por las
noches no podía dormir deseando que estuvieras a mi lado.
Los ojos de Tom
se llenaron de lágrimas al oír la vulnerabilidad en su voz. Era vulnerable pero
valiente al mismo tiempo. Si alguna vez había tenido alguna duda sobre si la
amaría y la admiraría eternamente, esa duda se desvaneció en ese preciso
instante.
—Yo también lo
deseaba.
_____ suspiró
y pocos segundos después, los dos antiguos amantes, agotados, se quedaron
dormidos.
CAP 46 (PARTE
1)
Al abrir los
ojos, ____ vio la brillante luz de julio entrando por la puerta abierta de la
tienda. Estaba tapada con mucho mimo con dos mantas de cachemira, pero estaba
sola. De no ser porque sabía que aquélla era la casa de Tom, habría pensado que
la noche anterior había sido un sueño. Aunque tal vez seguía soñando.
Al
incorporarse, encontró una nota junto a los cojines.
Cariño:
Estabas durmiendo tan a gusto que no me he atrevido a
despertarte. Le pediré a Rebecca que prepare gofres, porque sé que te gustan.
Dormir en tus brazos me ha recordado que durante estos meses sólo he sido media
persona.
Tú me completas.
Todo mi amor,
Tom
Mientras leía
la nota, numerosas emociones la asaltaron, como una sinfonía tocada con
distintos instrumentos. Aunque una de ellas dominaba sobre las demás: el
alivio.
Tom la amaba. Tom
había vuelto.
Pero el perdón
y la reconciliación eran cosas distintas. Sabía que había habido terceras
personas implicadas en el conflicto, pero tanto ella como Tom eran responsables
de la situación en la que se encontraban. Por mucho que le apeteciera, _____ no
pensaba lanzarse a sus brazos sólo para huir de la angustia de la separación.
Sería como tomarse una pastilla para el dolor sin molestarse en averiguar antes
qué lo causaba.
Se calzó y
salió al jardín, recuperando el bolso antes de entrar en la casa por la puerta
de atrás. Rebecca estaba trabajando en la cocina, preparando el desayuno.
—Buenos días
—saludó a _____ con una sonrisa al verla entrar.
—Buenos días.
—Ella señaló la escalera que llevaba al piso de arriba—. Iba a ir al baño.
La mujer se
secó las manos con el delantal.
—Me temo que Tom
lo está usando.
—Oh.
—¿Por qué no
llama a la puerta? Tal vez ya haya terminado.
_____ se
ruborizó al pensar en él, recién salido de la ducha, envuelto en una toalla.
—Esperaré.
¿Puedo? —preguntó, señalando el fregadero.
Cuando ella
asintió con la cabeza, se lavó las manos. Aguardó a que se le secaran para
sacar una goma del bolso y hacerse una cola de caballo.
Rebecca la
invitó a sentarse a la mesita de la cocina.
—Es muy
incómodo que sólo haya un baño y que esté en el piso de arriba. Me paso el día
subiendo y bajando. Incluso mi casita tiene dos baños.
_____ la miró
sorprendida.
—Pensaba que
vivía aquí.
La mujer se
echó a reír, mientras sacaba una jarra de zumo de naranja recién exprimido de
la nevera.
—Vivo en
Norwood. Vivía con mi madre, pero murió hace unos meses.
—Lo siento. —_____
le dirigió una mirada compasiva, mientras servía zumo de naranja en dos copas
de vino.
—Tenía
alzheimer —explicó Rebecca, antes de volver a su trabajo.
Ella la
observó mientras enchufaba la gofrera eléctrica, lavaba un cestillo de fresas y
batía un poco de nata. Tom había planeado el desayuno con todo detalle.
—Es un cambio
muy brusco, cuidar de un profesor después de haber estado cuidando de mi madre.
Parece un hombre muy exigente, pero eso me gusta. ¿Sabe? Me deja libros. Acabo
de empezar Jane Eyre. No lo había leído todavía. Dice que mientras siga
preparándole los platos que le preparo, puedo llevarme los libros que quiera.
Por fin tengo la oportunidad de retomar mi educación... y de usar todo lo que
he aprendido después de años de mirar el Canal Cocina.
—¿Deja que se
lleve libros de su biblioteca personal? —A _____ le costaba creérselo.
—Sí. Qué
amable, ¿verdad? No lo conozco mucho todavía, pero ya le he cogido cariño. Me
recuerda a mi hijo.
Ella bebió un
sorbo de zumo y, como la mujer le dijo que Tom había dicho que no lo esperaran,
empezó a desayunar.
—No entiendo
por qué ha comprado esta casa tan pequeña y con sólo un baño —comentó _____,
mientras se comía un gofre de canela.
Rebecca le
dirigió una sonrisa cómplice.
—Quería vivir
en este vecindario y le gustó el jardín. Dice que le recuerda al que había en
casa de sus padres. Piensa reformar la casa para que sea más cómoda, pero no ha
querido empezar a hacer nada hasta tener su aprobación.
—¿Mi
aprobación? —A _____ se le cayó el tenedor al suelo.
La mujer le
ofreció otro inmediatamente.
—Me parece
recordar que dijo que la vendería si a usted no le gustaba. Aunque, por lo que
le he oído esta mañana, juraría que ha decidido empezar con las obras
inmediatamente. —Pasándole un plato de beicon crujiente, añadió—: No sé si se
ha dado cuenta, pero el profesor puede ser un poco... intenso.
_____ se echó
a reír a carcajadas.
—No lo sabe
usted bien.
Estaba
acabando de disfrutar del segundo gofre, cuando oyó a Tom bajando la escalera.
—Buenos días
—la saludó, dándole un beso en la coronilla.
—Buenos días.
—_____ le devolvió el saludo, pero no estaba acostumbrada a la presencia de
Rebecca, así que en seguida se excusó y subió al cuarto de baño.
Una mirada al
espejo le dijo que tendría que ducharse. Al volverse hacia la ducha, vio que
alguien había dejado una bolsa llena de todo lo que podía necesitar.
Había varias
botellas de su antiguo champú de vainilla, gel de baño de la misma marca y una
esponja nueva, color lavanda, como la anterior. Abrió los ojos, sorprendida, al
ver un vestido de tirantes color amarillo pálido, con una chaqueta a juego.
Le llevó unos
instantes controlar las emociones. Cuando se calmó un poco, se duchó y se puso
la ropa nueva.
Aunque estaba
agradecida por poder ponerse ropa limpia después de ducharse, la presunción de Tom
de que iba a quedarse a dormir le resultaba irritante. Se preguntó si
encontraría lencería de su talla en el cajón de su cómoda. Una cosa llevó a la
otra y se encontró preguntándose si habría traído la ropa que ella dejó en
Toronto.
Se peinó,
colocándose el pelo por detrás de las orejas. Los pendientes de Grace los tenía
guardados en el fondo del cajón de la ropa interior, con un par de tesoros más.
Sabía que, al
quitárselos, le había hecho daño a Tom, pero tras su partida le había parecido
absurdo seguir llevándolos.
Los dos se
habían hecho daño. Necesitaban perdonarse para que sus heridas pudieran cicatrizar.
Lo que no sabía ______ era por dónde empezar. Las alternativas más obvias no
siempre eran las mejores.
Cuando por fin
bajó a la cocina, Rebecca estaba acabando de poner en orden la cocina después
del desayuno y Tom estaba en el jardín. Lo encontró sentado bajo un parasol.
—¿Estás bien?
—le preguntó, al ver que tenía los ojos cerrados.
Abriéndolos,
él sonrió.
—Ahora sí. ¿Me
acompañas? —Le tendió la mano. Aceptándola, _____ se sentó a su lado.
—Ese color te
sienta muy bien —comentó, observándola con satisfacción.
—Gracias por
haber ido de compras.
—¿Qué te
gustaría hacer hoy?
Ella se tiró
del dobladillo del vestido, tratando de cubrirse las rodillas.
—Creo que
deberíamos acabar de hablar.
Tom asintió,
pidiendo ayuda a Dios en silencio. No quería perderla. Y sabía que la segunda
parte de la historia podía provocar justo esa reacción.
—¿Te acuerdas
de la conversación en el pasillo, después de la vista? Cuando Pablo te faltó al
respeto, estuve a punto de romperle el dedo y hacérselo tragar.
—¿Por qué?
—Creo que no
acabas de entender el alcance de mis sentimientos por ti. Van más allá de
querer estar contigo y de querer protegerte. Quiero que seas feliz y que todo
el mundo te trate con respeto.
—No puedes ir
rompiéndoles los dedos a todos los que me hablen mal.
Tom fingió
reflexionar sobre sus palabras, acariciándose la barbilla.
—Supongo que
no. ¿Qué me sugieres? ¿Que los golpee con las obras completas de Shakespeare?
—¿En un solo
volumen? Excelente idea.
Ambos se
echaron a reír y luego permanecieron en silencio.
—Quería
contarte lo que pasó cuando te hicieron salir de la sala, pero me ordenaron que
no lo hiciera. Por eso te hablé en clave. El problema fue que elegí citar a
Abelardo, olvidándome de que tu visión y la mía sobre su relación con Eloísa
son muy distintas. Debí citar a Dante, a Shakespeare, a Milton, a cualquiera
menos a Abelardo.
Negó con la
cabeza, disgustado. Pero al cabo de unos momentos en silencio, continuó:
—Estabas
furiosa. Me acusaste de follarte, _______... —La voz se quebró al pronunciar su
nombre—. ¿Tan mala opinión tenías de mí que pensaste que ésa había sido mi
manera de despedirme?
No pudiendo
soportar la intensidad de su mirada, ______ apartó la vista.
—¿Y qué
querías que pensara? No me dijiste ni una palabra y, cuando me desperté, te
habías ido sin dejarme ni una nota. Y de repente, durante la vista, dices que
todo ha terminado.
—No podía
contarte nada. Te hice el amor pensando que con mis actos te demostraría lo que
quería expresar: que somos uno. Que siempre hemos sido un solo ser.
Incómoda, ella
cambió de tema.
—Has hablado
de la conversación en el pasillo. No entiendo que te obligaran a marcharte de
la ciudad.
—No lo
hicieron. Sólo me hicieron prometer que no volvería a verte.
______ se
cruzó de brazos.
—Entonces,
¿por qué te fuiste?
—Jeremy
descubrió que había roto mi promesa y que había hablado contigo antes de que
salieras del edificio. Me hizo jurar por mi honor que rompería la relación de
una vez por todas y que me mantendría alejado de ti. Le había prometido que
haría lo que él quisiera si nos ayudaba. No tenía elección.
Ella recordó
la entrevista con el doctor Aras y el profesor Martin justo antes de la
graduación.
—¿Cómo
descubrió Jeremy que habías roto tu promesa? Nadie me vio en el pasillo. Y por
el correo que me enviaste después, nadie lo habría adivinado.
—Lo sé. Lo
siento. Pensé que leerías entre líneas y te darías cuenta de que lo había
escrito para ojos ajenos. Antes te había enviado otro correo, desde mi cuenta
de gmail, avisándote de todo.
—No, no me lo
enviaste.
Tom se sacó el
iPhone del bolsillo y buscó hasta encontrar el correo al que se refería.
Mirándola atormentado, dijo:
—Tras la
vista, entré en los servicios y te escribí un correo. —Le alargó el teléfono—.
Es éste.
_____ leyó en
la pantalla:
Beatriz, te quiero. No lo dudes nunca. Confía en mí,
por favor. T.
Ella parpadeó
varias veces, tratando de vincular lo que estaba viendo en la pantalla con su
experiencia personal de los meses pasados.
—No lo
entiendo. No lo recibí.
—Lo sé
—replicó él, con expresión torturada.
Al volver a
mirar la pantalla, _____ se fijó en que la fecha y la hora confirmaban la
versión de Tom. Pero el destinatario del mensaje no era ella. De hecho, el
correo le había llegado a otra persona: J. H. Martin.
Abrió los ojos
como platos ante la magnitud del error que Tom había cometido. En vez de
enviarle el correo a _____ H. Mitchell, se lo había mandado a Jeremy H. Martin,
catedrático del Departamento de Estudios Italianos.
—Oh, Dios mío
—murmuró.
—Cada vez que
pensaba en hacer algo para arreglar la situación, la estropeaba aún más. Cuando
intenté defenderte ante los miembros del comité, sospecharon de mí; cuando
traté de tranquilizarte en el pasillo, creíste que te había abandonado. Cuando
traté de explicártelo, le envié el mensaje a la persona que acababa de
prohibirme ponerme en contacto contigo. Sinceramente, de no ser porque confiaba
en que pudiésemos tener esta conversación algún día, me habría sentido tentado
de salir a la calle Bloor en hora punta y haberme tumbado en mitad de la vía.
—No digas esas
cosas. ¡Ni siquiera las pienses!
Ver que _____
se preocupaba por él le alegró el alma, pero en seguida rectificó.
—Perderte fue
de lo más duro que me ha sucedido nunca, pero sé que el suicidio no volverá a
pasarme por la cabeza —dijo él, solemne—. Jeremy estaba furioso. Había puesto
su carrera y al departamento en peligro por ayudarme y yo no había tardado ni
dos minutos en faltar a mi palabra. Acababa de darle una prueba, por escrito,
de que no pensaba respetar la promesa que le había hecho al comité. Tenía que
hacer lo que me pidiera. No tenía otra alternativa. Si Jeremy le hubiera
mostrado el correo al comité, las consecuencias habrían sido dramáticas para
los dos.
En ese
momento, Rebecca los interrumpió. Llevaba una jarra de limonada, con unas
cuantas frambuesas heladas flotando en el líquido amarillo. Tras servirle un
vaso a cada uno, se retiró con una sonrisa de ánimo.
CAP 46 (PARTE
2)
Tom se bebió
el suyo a grandes tragos, agradeciendo la tregua.
—¿Qué pasó
luego? —preguntó _____, bebiéndose su limonada a pequeños sorbos.
—Jeremy me
ordenó apartarme de ti. No tenía elección. Tenía la espada de Damocles sobre mi
cabeza.
—¿No le contó
a nadie lo del mensaje?
—No. Volvió a
confiar en mi palabra. —Tom hizo una mueca al recordar la dolorosa
conversación—. Se apiadó de mí y eso hizo que me sintiera aún más obligado a
mantener mi palabra. Decidí que no volvería a ponerme en contacto contigo hasta
que tu entrada en Harvard fuera segura.
Ella negó con
la cabeza con obstinación.
—Pero ¿qué
pasa con las promesas que me hiciste a mí? ¿Las has olvidado? Me hiciste
muchas.
—Por supuesto
que no. Por eso antes de marcharme de Toronto te dejé el libro en el casillero.
Pensé que encontrarías el pasaje de la carta y que leerías la nota de la
fotografía.
—Ni siquiera
sabía que el libro fuera tuyo. No lo abrí hasta la noche que viniste a
buscarme. Por eso salía de casa corriendo. En mi apartamento no hay conexión a
Internet y quería mandarte un correo.
—¿Qué querías
decirme?
—No lo sé.
Tienes que entender que yo creía que te habías cansado de mí; que pensabas que
no valía la pena luchar por lo nuestro. —Los ojos se le llenaron de lágrimas,
pero se las secó con impaciencia.
—Si ha habido
alguien en esta relación por quien no mereciera la pena luchar, ése era yo. Sé
que he sido muy torpe y que he acabado haciéndote daño, pero nunca fue mi
intención. —Bajando la vista, empezó a darle vueltas al anillo—. Fue culpa de
mi orgullo, de mi falta de juicio y de una cadena de errores.
»Katherine
Picton trató de ayudarme. Me aseguró que se ocuparía de que las autoridades
académicas te dejaran en paz durante mi ausencia y que haría todo lo que
estuviera en su mano para asegurarse de que te graduaras puntualmente. Me
comentó que un amigo suyo acababa de dejar su plaza en Boston para irse a UCLA
y me pidió permiso para proponerme como su sucesor. Se lo di.
»Hice una
entrevista y, mientras esperaba su respuesta, viajé a Italia. Tenía que hacer
algo para librarme de la depresión antes de que cometiera alguna tontería.
A ______ se le
encogió el estómago.
—¿Qué clase de
tontería?
—No hablo de
mujeres. La sola idea de estar con alguien que no fueras tú me daba náuseas.
Estaba preocupado por... otro tipo de vicios.
—Antes de que
sigas hablando, tengo algo que contarte —lo interrumpió ella.
Su voz sonó
más decidida que la voluntad que había detrás.
Tom la observó
detenidamente, preguntándose qué demonios estaría a punto de revelarle.
—Cuando te
dije que mi relación con Paul era de amistad, era cierto. Técnicamente.
—¿Técnicamente?
—La voz de él se volvió tan grave que sonó casi como un gruñido.
—Él quería que
fuera algo más. Me dijo que me amaba y... y nos besamos.
Tom guardó
silencio, pero _____ vio que apretaba tanto los nudillos que se le pusieron
blancos.
—¿Es Paul a
quien quieres en tu vida?
—Fue un gran
amigo cuando más lo necesitaba, pero nunca he tenido sentimientos románticos
hacia él. Me temo que, después de ti, los demás hombres no tienen nada que
hacer. Ninguno de ellos resiste la comparación —admitió, con la voz temblorosa.
—Pero le
besaste.
—Sí, lo hice.
—Inclinándose hacia adelante, ______ le apartó el rebelde mechón de la frente—.
Pero eso fue todo. Pensaba que no volvería a verte, pero igualmente lo rechacé.
No porque no hubiera podido tener una buena vida a su lado, sino porque no eras
tú.
—Estoy seguro
de que eso no debió de hacerle ninguna gracia.
—Le rompí el
corazón —reconoció ella, hundiendo los hombros— y no disfruté haciéndolo.
Tom se
conmovió al ver su compasión, pero al mismo tiempo sintió un gran alivio al
pensar que no tenía que enfrentarse a ningún rival para lograr su afecto. Le
apretó el hombro cariñosamente antes de decir:
—Reconozco que
tenía miedo de que, si teníamos algún contacto y se lo contabas a Paul, él le
fuera con el cuento a Jeremy.
—Paul no
habría hecho una cosa así. Siempre se ha portado muy bien conmigo, incluso
después de que le rompiera el corazón. —_____ se alisó unas imaginarias arrugas
del vestido—. Sé que dijiste que me habías sido fiel, pero... ¿alguien te besó?
—No. —Tom
sonrió pesaroso—. Sería un buen dominico o un buen jesuita si me lo propusiera,
¿no crees? El celibato no me ha supuesto un problema, aunque durante estos
meses he descubierto que no tengo vocación de franciscano.
______ lo miró
con curiosidad.
—Es una larga
historia. Otro día te la contaré.
Ella le apretó
la mano con cariño, animándolo a seguir hablando.
—Decidí que si
no me daban la plaza en Boston, dimitiría igualmente. No pensaba volver a
Toronto. Sólo tenía que aguantar unos meses, hasta que te graduaras.
»Quería
sentirme cerca de ti; recordar el tiempo feliz que pasamos en Italia.
Sinceramente, ______, los días que pasamos en Florencia y Umbría fueron los más
felices de mi vida. —Apartó la vista—. Incluso fui a Asís.
—¿A ver cómo
se te daba ser franciscano? —bromeó ella.
—Más bien no.
Visité la basílica y creí verte allí.
La miró,
dudando si continuar. Tenía miedo de que pensara que estaba desequilibrado.
—Tu doble me
guió por la iglesia hasta llegar a la cripta, frente a la tumba de san
Francisco. Al principio me quedé mirando a aquella mujer, deseando que fueras
tú, deseando no haber cometido tantos errores. En la paz de aquel lugar me
enfrenté a mis fracasos y a mis pecados. Me di cuenta de que te había
idolatrado, de que te había convertido en un ídolo pagano. Cuando te perdí,
sentí que lo había perdido todo. Me decía que necesitaba que vinieras a
rescatarme, que yo sin ti no era nada.
»Me di cuenta
de las numerosas oportunidades que había desperdiciado. Sin hacer nada para
merecerlo, había recibido amor y gracia durante toda mi vida y no había sabido
valorarlos. No me merecía la familia que me había adoptado. No me merecía a
Maia, que fue la mejor parte de mi relación con Paulina. No me merecía haber
sobrevivido a las drogas ni haberme graduado en Harvard. No te merecía a ti.
Hizo una breve
pausa y se secó la humedad que sentía en los ojos, pero no sirvió de nada.
—La gracia no
es algo que nos merezcamos, Tom —dijo _____ suavemente—. Es algo que nace del
amor. Dios llena el mundo de segundas oportunidades, hojitas y misericordia,
aunque no todos las ven ni las quieren.
Él le besó la
mano.
—Exactamente.
En la cripta de la basílica, pasó algo. Me di cuenta de que tú no podías
salvarme. Y encontré la paz.
—A veces
perseguimos la gracia hasta que ésta nos encuentra.
—¿De verdad no
eres un ángel? —murmuró Tom, admirado—. El caso es que, tras esa experiencia,
quise ser mejor persona. Me centré en Dios, pero sin olvidarme de ti. Quería
amarte mejor. Siempre me ha atraído tu bondad, ______, pero creo que ahora te
quiero más que antes.
Ella asintió,
con la mirada borrosa por las lágrimas.
—Debí decirte
que te amaba mucho antes. Debí pedirte que te casaras conmigo. Pensaba que
sabía lo que te convenía. Pensaba que teníamos todo el tiempo del mundo.
______ trató
de hablar, pero tenía un nudo en la garganta.
—Por favor,
dime que no es demasiado tarde, _____. Dime que no te he perdido para siempre.
Ella se lo
quedó mirando unos instantes antes de abrazarlo.
—Te quiero,
Tom. Nunca he dejado de quererte. Los dos hemos cometido errores, con nuestras
relaciones, en la universidad, el uno con el otro... Pero nunca he dejado de
esperar que volvieras a mí. Que aún me quisieras.
Cuando lo besó
en los labios, Tom sintió un enorme alivio, mezclado con una gran culpabilidad.
______ notó
que estaba avergonzado. No por sus lágrimas, sino por los sentimientos que se
las provocaban: el agotamiento, la frustración y el dolor que causa una
prolongada depresión.
—¿Te quedarás
conmigo? —preguntó él, en voz baja.
Ella titubeó
el tiempo suficiente para que Tom volviera a preocuparse.
—Quiero más de
lo que teníamos.
—¿Más de lo
que puedo darte?
—No
necesariamente eso, pero durante estos últimos meses he cambiado. Es indudable
que tú también. La pregunta es, ¿y ahora qué?
—Dime lo que
quieres y te lo daré.
_____ negó con
la cabeza.
—Quiero que lo
descubramos juntos. Y eso llevará su tiempo.
Pronto empezó
a hacer demasiado calor para estar al aire libre. Tom y _____ entraron en la
casa y se sentaron en el salón. Él se acomodó en el sofá de piel, mientras ella
se acurrucaba en una de las butacas de terciopelo rojo.
—En algún
momento vamos a tener que abordar el tema.
Tom asintió,
tenso.
—Empezaré yo
—se ofreció ______—. Quiero conocerte mejor. Quiero ser tu compañera.
—Yo quiero que
seas mucho más que eso —susurró Tom.
Ella negó con
la cabeza con vehemencia.
—Es demasiado
pronto. Decidiste por mí, Tom. Me dejaste sin opciones. Tienes que dejar de
hacer eso o no llegaremos muy lejos.
La expresión
de él se ensombreció.
—¿Qué pasa? —le
preguntó ella, alarmada.
—No me
arrepiento de haber tratado de salvar tu carrera. Ojalá hubiéramos podido
llegar a una decisión consensuada, pero cuando te vi en peligro, reaccioné.
Creo que tú harías lo mismo si me vieras en peligro a mí.
______
empezaba a perder la paciencia.
—¿Me estás
diciendo que ni tus disculpas ni esta conversación significan nada?
—¡Por supuesto
que no! Sé que debí hablar contigo antes de decidir nada. Pero si esperas que
sea de ese tipo de hombres que se queda quieto mientras la mujer que ama pierde
sus sueños, no puedo hacerlo. Lo siento.
Ella se
sulfuró.
—Entonces,
¿volvemos a estar como al principio?
—Yo no te eché
en cara que me defendieras de Christa o del comité. Ni que me acusaras de
acosarte en aquel correo, aunque ambos sabemos que fue un error. ¿No puedes
hacer lo mismo por mí? ¿No puedes darme gracia, _____? ¿Tu gracia?
A pesar de su
tono de súplica, ella no lo estaba escuchando. Lo único que tenía en la cabeza
era que Tom se negaba a admitir sus quejas. Una vez más.
Negando con la
cabeza, se dirigió hacia la puerta.
Habían llegado
a una encrucijada. Si se marchaba, sus caminos se separarían y todo habría
acabado entre los dos. No habría una tercera oportunidad. Si se quedaba,
tendría que aceptar que él no viera su maldito comportamiento heroico ante el
tribunal como algo problemático.
Dudó.
Tom aprovechó
esos instantes para levantarse y acercarse a ella por detrás.
—Deja que te
ame, ______. Deja que te ame como te mereces ser amada —le susurró al oído.
_____ sintió
que el calor de su cuerpo le atravesaba la ropa y le quemaba la espalda.
—«Soy el que
te es fiel, Beatriz.» Por supuesto que quiero protegerte. Nada va a cambiar
eso.
—Si hubiera
tenido que elegir entre Harvard y tú, te habría elegido a ti.
—Ahora puedes
tenernos a los dos.
Ella se volvió
hacia él.
—Pero ¿a qué
precio? No me digas que esta situación no ha dañado nuestra relación, tal vez
de manera irreparable.
Apartándole el
pelo por encima del hombro, Tom le besó el cuello.
—Perdóname. Te
prometo que respetaré tu dignidad y nuestra condición de socios. Pero no puedo
prometerte que me mantendré al margen si veo a alguien dispuesto a hacerte
daño. No me obligues a convertirme en un cerdo egoísta.
Tozuda, _____
siguió avanzando hacia la puerta, pero él la agarró del brazo.
—En un mundo
ideal —siguió diciendo—, podríamos comunicarnos en todo momento y ponernos de
acuerdo antes de tomar cualquier decisión. Pero no vivimos en ese mundo. Hay
emergencias y hay gente peligrosa y vengativa. ¿Es mi deseo de protegerte de
esa gente un pecado tan grave como para abandonarme?
Como ella no
respondió, siguió hablando:
—Haré todo lo
posible para tomar decisiones contigo y no en tu lugar, pero no me disculparé
por querer que estés a salvo y seas feliz. Y no pienso someterme a la regla de
tener que consultarlo todo contigo, incluso en casos de emergencia.
»Tú quieres
que te trate como a una igual. Yo quiero el mismo trato. Y eso implica que
debes confiar en que tomaré la mejor decisión posible, según la información de
que disponga en ese momento. Sin ser omnisciente, ni perfecto.
—Prefiero
tenerte a mi lado, vivo, llevando tu escudo, que muerto y tumbado sobre él
—replicó ella, obstinada.
Tom se echó a
reír
—Creo que ya
hemos superado nuestra batalla de las Termópilas, pero estoy de acuerdo
contigo. Pienso lo mismo, mi pequeña guerrera.
Volvió a
besarle el cuello.
—Toma mi
anillo. —Se lo quitó de la mano izquierda y se lo ofreció por encima del
hombro—. Lo llevaba para indicar que mi corazón y mi vida son tuyos.
______ lo
cogió, vacilante, y se lo puso en el pulgar.
—Venderé esta
maldita casa. Sólo la compré para estar cerca de ti. Me mudaré a un apartamento
hasta que encontremos una casa que nos guste a los dos.
—Acabas de
mudarte aquí. Y sé que te gusta el jardín. —_____ suspiró.
—Entonces,
dime lo que quieres. Podemos seguir juntos de momento, sin hacernos promesas de
futuro, pero, por favor, perdóname. Enséñame. Te prometo que seré tu alumno más
diligente.
Ella
permaneció callada e inmóvil varios minutos. Finalmente, Tom la cogió de la
mano y la guió hasta el dormitorio, en la planta de arriba.
—¿Qué haces?
—preguntó _____, al ver adónde se dirigía.
—Necesito
abrazarte y creo que tú necesitas que te abrace. Y ese maldito sofá es
demasiado estrecho. Por favor.
Se tumbó de
espaldas en la cama y abrió los brazos, invitándola a acurrucarse a su lado.
Ella vaciló.
—¿Y Rebecca?
—No nos
molestará.
A _____ no le
apetecía ponérselo tan fácil, así que miró a su alrededor, buscando algo para
distraerlo.
—¿Qué es eso?
—preguntó, señalando hacia lo que parecían ser varios marcos apoyados contra la
pared y cubiertos por una sábana.
—Echa un
vistazo.
_____ se
agachó y retiró la sábana. Eran diez fotografías grandes, divididas en dos
hileras de cinco. Todas en blanco y negro. Todas de ella. En algunas aparecía Tom.
Muchas no las
había visto, ya que él las había enmarcado después de su separación. Había
fotografías de Belice, de Italia y algunos posados de su regalo de Navidad.
Todas eran preciosas y desprendían un gran amor.
—Me resultaba
doloroso verlas cuando pensaba que te había perdido, pero ya ves, las conservé.
La contempló
mientras ella las observaba una por una, antes de detenerse en su favorita, su
foto tumbada boca abajo sobre la cama de Belice.
—¿Qué pasó con
las fotos que tenías antes?
—Las tiré hace
tiempo. No las necesitaba ni las quería.
Tras cubrirlas
de nuevo con la sábana, _____ se dirigió a la cama, insegura.
Tom le ofreció
la mano.
—Relájate.
Sólo quiero abrazarte.
Le permitió
que tirara de ella hasta que quedó tumbada a su lado, abrazada a su pecho.
—Mucho mejor
—murmuró él, besándole la frente—. Quiero ganarme tu respeto y tu confianza.
Quiero ser tu marido.
Ella guardó
silencio unos instantes, mientras procesaba lo que estaba oyendo.
—Quiero que
vayamos despacio —dijo finalmente—. No vuelvas a hablarme de matrimonio.
—Por suerte,
puedo esperar. —Tom la besó una vez más.
Esa vez, el
beso fue a más. Las manos vagaron buscando apoyo en curvas y músculos; las
bocas se unieron con decisión, sólo deteniéndose por algún suspiro o jadeo
ocasional; los corazones empezaron a latir acelerados. Era un beso que
celebraba un reencuentro, un juramento de amor y fidelidad.
Con ese beso,
Tom trató de demostrarle que la amaba y que estaba arrepentido. _____ se lo
devolvió para que entendiera que nunca podría darle su corazón a otra persona.
Que tenía fe en que, una vez superaran sus conflictos, pudieran compartir
imperfecciones y llevar una vida en común sana y feliz.
Ella fue la
primera en retirarse. Al oír la respiración alterada de él, se alegró al
comprobar que la chispa entre ellos no había desaparecido.
—No espero que
nuestra relación sea perfecta, pero hay algunas cuestiones que vamos a tener
que trabajar. Con ayuda de terapeutas o solos, pero llevará su tiempo.
—Estoy de
acuerdo —dijo Tom—. Quiero cortejarte como no pude hacerlo en Toronto. Quiero
que paseemos por la calle, de la mano. Quiero llevarte a un concierto,
acompañarte a tu casa y besarte en la puerta.
Julia se echó
a reír.
—Hemos sido
amantes, Tom. Tienes fotos de los dos en la cama debajo de esa sábana. ¿No
podemos retomar la relación de un modo normal?
Él entrelazó
los dedos con los suyos.
—Quiero
compensarte. Quiero tratarte como merecías desde el principio.
—Siempre
fuiste muy generoso en la cama —lo defendió ______.
—Pero egoísta
en el resto de la relación. Por eso no volveré a hacerte el amor hasta que no
haya recuperado tu confianza.
HOLA!!! BUENO ... AQUI ESTAN LOS SIGUIENTES CAPITULOS.. ESTAN MUY BUENOS LOS QU SIGUEN, A MI ME DABAN RISA ... NO SE A USTEDES, COMO PUEDEN VER ... YA VOLVIERON PERO ... NO HABRA CAMITA HASTA ... BUUU!! QUIEN SABE ;) .. BUENO YA SABEN, SI HAY 4 O MAS COMENTARIOS LES AGREGO SINO NO ... BUENO SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO, HASTA PRONTO :))
Hahhahaha no habrá camitaa!!
ResponderBorrarSiguelaa.. Al fin juntos *.*
:O q alegria q hayan vuelto me alegro tanto :) claro esta vez sera diferente, :O me encanto cuando Tom le dijo a (Tn) "Pero egoista en el de la relacion x eso no volvere hacerte el amor hasta q no haya recuperado tu confianza" q romantico de verdad, y q bueno q (Tn) le dio una ultima oportunidad a Tom, los 2 han sufrido mucho y se merecen una ultima oportunidad, q lastima q no va haber camitaaa hasta nuevo aviso :S pero asi debe ser xq las cosas se pondran mas buenas de lo q estan x lo e dijo virgii, subeee pleaseee estoy intrigada con los proximos caps q vienen :) me fascino..
ResponderBorrarSubeeeeeeeeeeee los próximos caps me muero x leerloooos pleaseeeee!!!!
ResponderBorraralfin estan juntos *-* que bello tom aww
ResponderBorrarya no mas sufrimiento .. me encanto la ultima parte lo que dijo tom *-*
ResponderBorrarse pondra mejor su relacion *-*
espero que subas pronto :o :D me encanta la fic