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domingo, 11 de mayo de 2014

.- EL EXTASIS DE TOM .- 4 (PARTE 1,2 y 3)

CAP 4 (PARTE 1)
En el ático de un hotel de lujo de Florencia, había ropa desperdigada por el salón, como un camino de migas de pan que iba desde la puerta hasta una pared que hasta entonces estaba desnuda, pero que en esos momentos estaba ocupada por dos personas apoyadas en ella.
Gemidos y sonidos delatadores flotaban en la habitación y podían verse unos zapatos masculinos hechos a mano, un sujetador negro, un traje hecho a medida, dejado de cualquier manera sobre una mesita auxiliar, y un vestido de tafetán que formaba un charco de color azul Santorini en el suelo...
Si un detective estuviera examinando la escena, llegaría a la conclusión de que faltaban las bragas y los zapatos de ella.
El aire estaba cargado de aromas: flor de azahar y Aramis, mezclado con el olor almizcleño del sudor y la carne desnuda. La habitación estaba a oscuras. Ni siquiera los rayos de luna que entraban por la ventana alcanzaban la pared donde los dos cuerpos desnudos se aferraban el uno al otro. El hombre sujetaba el peso de la mujer, que le rodeaba las caderas con las piernas.
—Abre los ojos. —El ruego de Tom fue acompañado por una cacofonía de sonidos: piel deslizándose sobre piel, gemidos desesperados, ahogados por labios y carne, rápidas bocanadas de aire y el ligero golpear de la espalda de ____ contra la pared.
Ésta oía gruñir a Tom con cada embestida, pero su capacidad de hablar había desaparecido, mientras se concentraba en una sensación sencilla pero potente: el placer. Cada movimiento de su amante le causaba un enorme gozo, incluso el roce de sus pechos y el tacto de sus fuertes manos sujetándola. Estaba al borde del clímax, sin aliento, consciente de que el próximo movimiento podría ser el que la lanzara al vacío. Cada... vez... más... cerca...
—¿Estás... bien?
Tom respiraba con dificultad. La última palabra salió de su boca como un grito, cuando ____ le clavó los afilados tacones en el trasero.
Ésta echó la cabeza hacia atrás y dijo algunas palabras sin sentido antes de alcanzar el orgasmo. Unas potentes oleadas la sacudieron, desde donde estaban unidos hasta el último rincón de su cuerpo, hasta que cada una de sus células vibró. Al notarlo, Tom no tardó en seguirla. Con dos fuertes embestidas más, se sacudió espasmódicamente, mientras gritaba el nombre de ____ contra su cuello.
—Estaba preocupado —susurró él poco después.
Estaba tumbado de espaldas en el centro de la gran cama, con su amada acurrucada a su lado, con la cabeza apoyada sobre el tatuaje.
—¿Por qué?
—No abrías los ojos. No decías nada. Estaba preocupado por si estaba siendo demasiado brusco.
____ le acarició el abdomen, recorriéndole lentamente el suave vello que tenía debajo del ombligo.
—No me has hecho daño. Ha sido... distinto. Más intenso. Cada vez que te movías... tenía unas sensaciones increíbles. No podía abrir los ojos.
Tom sonrió aliviado y le besó la frente.
—En esa postura se llega más adentro. Y no te olvides de los preliminares en el
museo. Ni te imaginas lo que me ha costado mantener las manos quietas durante la cena.
—Porque sabías que iba sin bragas.
—Porque te deseo. Siempre.
—Cada vez que estamos juntos, es mejor que la vez anterior —susurró ____.
—Pero nunca dices mi nombre —le hizo notar él, melancólico.
—Digo tu nombre constantemente. Me extraña que no me hayas pedido que te llame Tommy o Dante o Profesor.
—No me refería a eso. Lo que quería decir es que nunca dices mi nombre... cuando te corres.
Ella lo miró a la cara, sorprendida. Su expresión armonizaba con su tono de voz, algo melancólico. La máscara de confianza había desaparecido.
—Para mí, tu nombre es sinónimo de orgasmos. Voy a empezar a llamarlos Tommyorgasmos.
Él se echó a reír con ganas. La risa le resonaba en el pecho y hacía que la cabeza de ____ botara con tanta fuerza que tuvo que sentarse. Se echó a reír también, contagiada por su buen humor, aliviada de que el momento melancólico hubiera pasado.
—Tiene sentido del humor, señorita Mitchell. ¿Quién lo iba a decir? —Le levantó la barbilla para besar sus labios una vez más antes de relajarse y quedarse dormido.
____ permaneció despierta un poco más, contemplando al niño inseguro que asomaba desde el interior de Tom en los momentos más inesperados.
A la mañana siguiente, él la invitó a tomar su desayuno favorito en el Café Perseo, una elegante heladería de la piazza Signoria. Se sentaron dentro, porque se había acabado la tregua y había regresado el tiempo habitual para diciembre, frío y húmedo.
Uno podría pasarse los días sentado en aquella terraza sin hacer nada más que ver la vida pasar. Los edificios de la plaza eran antiguos. Los Uffizi estaban a la vuelta de la esquina. Había una fuente impresionante y estatuas preciosas, entre ellas una copia del David de Miguel Ángel y un Perseo sosteniendo la cabeza de Medusa frente a una preciosa loggia.
Mientras se tomaba el helado, ____ evitaba mirar hacia esa estatua y Tom evitaba mirar a las preciosas florentinas que pasaban, para observar a su amada con voracidad.
—¿Estás seguro de que no quieres probarlo? La frambuesa y el limón combinan de maravilla. —____ le ofreció una cucharada con los dos sabores mezclados.
—Por supuesto que quiero probarlo. Pero no el helado. Preferiría algo más... exótico —añadió, con los ojos brillantes. Apartó su taza de café para poder darle la mano—. Gracias por esta noche... y por esta mañana.
—Creo que soy yo la que debería darte las gracias a ti, profesor. —Le apretó la mano y siguió desayunando—. Me sorprende que mi silueta no haya quedado marcada al vapor en la pared —bromeó a continuación, ofreciéndole otra cucharada de helado.
Tom dejó que ella lo alimentara. Cuando se pasó la lengua por los labios, ____ sintió que la cabeza le daba vueltas. Una bandada de recuerdos de aquella misma mañana cruzaron por su mente y uno de ellos se quedó.
«Oh, dioses de los novios, dioses del sexo que disfrutan dando placer a sus amantes, gracias por esta mañana.»
____ tragó saliva.
—Ha sido mi primera vez.
—No será la última. Te lo prometo.
Tom se pasó la lengua por los labios provocativamente, para ponerla
nerviosa.
Ella se inclinó hacia adelante para darle un beso en la mejilla. Pero atrapándola por la nuca, Tom la acercó a sus labios.
La boca de ____ sabía a helado y a su sabor único y personal. Al soltarla, gruñó, deseando volver al hotel para una segunda parte de la noche anterior. ¿O tal vez podrían volver al museo?
—¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo ____, concentrándose en el helado para no tener que mirarlo a los ojos.
—Claro.
—¿Por qué dijiste que era tu prometida?
Fidanzata tiene varios significados.
—Pero el principal es prometida.
—Presentarte como mi ragazza no habría hecho justicia a mi grado de compromiso.
Tom meneó los dedos de los pies. Los zapatos nuevos le apretaban un poco. Cerró la boca con fuerza involuntariamente, como si estuviera decidiendo si decía algo más o guardaba silencio. Finalmente no dijo nada. Sólo se removió incómodo en el asiento.
____ pensó que le dolía la espalda.
—Siento lo de mis tacones.
—¿A qué te refieres?
—Te he visto las marcas esta mañana, mientras te vestías. No quería hacerte daño.
Él sonrió travieso.
—Son los riesgos que corremos los obsesos con los zapatos de tacón. Llevo mis cicatrices con dignidad.
—La próxima vez iré con más cuidado.
—Por encima de mi cadáver.
____ abrió mucho los ojos al ver el fogonazo de pasión en sus ojos.
Tom le atrapó los labios con los suyos antes de susurrarle al oído:
—Te voy a comprar unas botas con unos tacones aún más altos. Y luego comprobaré qué eres capaz de hacer con ellas puestas.
Mientras paseaban por el Ponte Vecchio bajo un paraguas compartido, Tom insistió en entrar en un montón de tiendas, tentándola con cosas extravagantes: reproducciones etruscas, monedas romanas, collares de oro, etc. Como respuesta, ____ sonreía, señalándose los pendientes de Grace y diciendo que eran más que suficiente. Su aparente falta de apego por los bienes materiales era un acicate para Tom, que cada vez tenía más ganas de cubrirla de regalos.
Al llegar al centro del puente, ____ le tiró del brazo para que se acercaran a la baranda a mirar el Arno.
—Hay una cosa que no me importaría que me pagaras, Tom.
Él la miró con curiosidad. El fresco aire florentino había puesto color en sus mejillas. Era buena, hermosa, cálida y dulce. Pero tremendamente testaruda.
—Lo que sea.
____ pasó la mano por la barandilla que los separaba del río.
—Quiero quitarme la cicatriz del mordisco.
Tom no se sorprendió demasiado. Aquella mañana la había descubierto aplicándose maquillaje en el cuello y, al preguntarle qué estaba haciendo, se había echado a llorar.
Sin mirarlo a los ojos, siguió diciendo.

—No me gusta tener que verla constantemente. Y no soporto que tengas que verla tú. Quiero que me la quiten.
—Podríamos buscar un cirujano plástico en Filadelfia, cuando vayamos por Navidad.
—Es que pasamos tan poco tiempo en casa... No quiero hacerle eso a mi padre. Ni a Rachel.
Tom se cambió el paraguas de mano y la abrazó. Fue descendiendo por el cuello hasta llegar a la marca.
—Por supuesto. Estaré encantado de hacer eso por ti y cualquier otra cosa que me pidas. Sólo tienes que decirlo. Pero quiero que tú hagas algo por mí.
—¿Qué?
—Me gustaría que hablaras con alguien de lo que pasó.
____ bajó la vista.
—Ya lo hablo contigo.
—Me quedaría más tranquilo si lo hicieras con alguien que no sea un asno. Encontrar a un médico que te haga desaparecer la cicatriz de la piel es fácil. Son las cicatrices que no se ven las que más cuesta de tratar. Es importante que lo entiendas. No quiero que luego te lleves una decepción.
—No te preocupes, lo entiendo. Y deja de llamarte esas cosas. No me gusta.
Él asintió con la cabeza.
—Creo que te iría bien poder hablar con alguien. Sobre tus padres, sobre él y sobre mí. —La miró con solemnidad—. Soy un hombre complicado. Creo que sería bueno para ti tener a alguien con quien hablar.
____ cerró los ojos.
—Lo haré, pero sólo si tú me prometes que harás lo mismo.
Tom se puso tenso.
Ella abrió los ojos y empezó a hablar rápidamente.
—Sé que no te apetece y, créeme, lo entiendo. Pero si yo voy, tú también tienes que ir. Ayer noche te enfadaste demasiado. Y aunque sé que no estabas enfadado conmigo, fui yo quien acabó pagándolo.
—Intenté compensártelo luego —dijo él, apretando los dientes.
—Y lo lograste. —____ le acarició la mandíbula, tratando de que se relajara—. Pero me preocupa que te alteres tanto porque un extraño se haya tomado algunas mínimas libertades no deseadas. Igual que me preocupa que pienses que el sexo pueda ser un remedio para la ira. Y que pienses que marcarme como tuya pueda ser una buena idea.
Tom la miró sorprendido. La idea ni siquiera se le había pasado por la cabeza.
—Yo nunca te haría daño. —Le apretó la mano.
—Lo sé.
Parecía disgustado y asustado. Ni siquiera cuando ____ le acarició la cabeza, el pánico desapareció completamente de sus ojos.
—Menuda pareja hacemos. Estamos cargados de cicatrices, historias y problemas. Supongo que el nuestro es un romance trágico —comentó ella sonriendo, tratando de quitarle hierro al asunto.
—La única tragedia sería perderte —replicó Tom, con un suave beso.
—Sólo me perderás si dejas de amarme.
—Soy un hombre afortunado entonces. Podré estar contigo hasta el fin de mis días.
Volvió a besarla y la rodeó con los brazos. Luego dijo:
—En rehabilitación hice terapia. Y, cuando salí, seguí yendo un año más o

menos al psiquiatra, además de a las reuniones de los grupos de ayuda. Sé de qué va la historia.
____ frunció el cejo.
—Pero ahora no vas a ninguna parte. Y sigues bebiendo. No te he dicho nada hasta ahora, pero me parece un problema muy serio.
—Era adicto a la cocaína, pero no alcohólico.
Ella lo miró a los ojos. Era como si hubiera llegado al extremo de un antiguo mapa medieval, de esos que tenían escritas en el borde las palabras «Más allá hay monstruos».
—Ambos sabemos que Narcóticos Anónimos recomienda a los adictos no beber alcohol. —____ suspiró—. Yo trataré de ayudarte, pero hay cosas que me superan. Además, por mucho que me guste el sexo contigo, no quiero convertirme en tu próxima droga. Yo no soy la solución para todo.
—¿Es eso lo que piensas? ¿Que uso el sexo para arreglar las cosas? —La mirada de Tom era tan honesta que ____ se guardó el sarcasmo.
—Creo que llevas muchos años haciéndolo. Me lo contaste, ¿no te acuerdas? Me dijiste que solías usar el sexo para combatir la soledad. O para castigarte.
Una sombra atravesó el rostro de él.
—Contigo es distinto.
—Pero cuando una persona está mal, recupera los viejos patrones de conducta. A mí también me pasa, pero mi manera de enfrentarme a los problemas es distinta. —Lo besó lentamente. Con suavidad, pero el tiempo suficiente para permitir que se calmara y le devolviera el beso.

CAP 4 (PARTE 2)
Luego siguieron abrazados largo rato, hasta que ____ rompió el silencio.
—Tu conferencia de anoche me recordó una cosa. —Se sacó el móvil del bolso y buscó entre las fotografías hasta encontrar la que buscaba—. Mira.
Tom cogió el teléfono y miró la foto del exquisito cuadro. En él aparecía santa Francisca Romana con un niño pequeño, ayudada por la Virgen María, mientras un ángel los observaba.
—Es precioso —afirmó, devolviéndole el teléfono.
—Tom —insistió ella—. Míralo bien.
Al hacerlo, notó una sensación extraña.
—Siempre me ha encantado este cuadro —dijo ____ en voz baja—. Pensaba que era por las similitudes entre Gentileschi y Caravaggio, pero es más que eso. Santa Francisca perdió a varios de sus hijos por culpa de la peste. Se supone que este cuadro retrata una de las visiones que tuvo de esos niños.
Lo miró a los ojos para ver si entendía lo que intentaba decirle, pero él le devolvió una mirada de incomprensión.
—Cuando miro este cuadro, me acuerdo de tu bebé, de Maia. Grace la sostiene en brazos y los ángeles las rodean. —Señaló los personajes que aparecían en la pintura—. ¿Lo ves? El bebé está a salvo y es feliz. El paraíso es así. No tienes que preocuparte por ella.
Al volver a mirarlo a la cara, vio que Tom tenía lágrimas en los ojos. Su precioso rostro estaba contraído de dolor.
—Lo siento. Lo siento mucho. Trataba de consolarte —dijo ella y le rodeó el cuello con los brazos, apretando con fuerza.
Al cabo de unos momentos, Tom se secó los ojos y ocultó la cabeza en el pelo de ____, agradecido y aliviado.
La tarde del día siguiente por fin dejó de llover, así que tomaron un taxi hasta el
piazzale Michelangelo, desde donde había una vista espléndida de la ciudad. Podían haber ido en autobús, como todo el mundo, pero Tom no era como todo el mundo. (Pocos especialistas en Dante lo son.)
—¿Qué te contaba Rachel en su correo? —le preguntó a ____, admirando la cúpula cubierta de tejas del Duomo.
Ella se miró las uñas.
—Aaron y ella te mandan saludos. Quería saber si éramos felices.
Tom entornó los ojos.
—¿Eso es todo?
—Eh.... no.
—¿Qué pasa?
—Nada. —____ se encogió de hombros—. Sólo que, al parecer, Scott tiene novia.
Tom se echó a reír.
—Bien hecho, Scott. ¿Algo más?
—¿Por qué lo preguntas?
Él ladeó la cabeza.
—Porque es obvio que me estás ocultando algo —respondió, acariciándole la cintura, arriba y abajo, en un lugar donde sabía que tenía cosquillas.
—Ah, no. En público no.
—Ah, sí. En público sí. —Tom intensificó su ataque.
Ella se echó a reír, tratando sin éxito de soltarse de él.
—Vamos, ________, cuéntamelo.
—Deja de hacerme cosquillas —le suplicó— y te lo contaré.
Tom se detuvo y ella respiró hondo.
—Quería saber si nos habíamos... bueno... acostado.
—¿Ah, sí? —Él sonrió—. ¿Y qué respondiste?
—La verdad.
Tom la miró fijamente.
—¿Algo más?
—Decía que esperaba que te estuvieras comportando y que yo fuera feliz. Y le respondí que sí. A ambas cosas.
Hizo una pausa, preguntándose si merecía la pena mencionar que había recibido también un correo de cierto joven granjero de Vermont.
—Pero hay algo más. Adelante —la animó él con una indulgente sonrisa.
—Paul también me escribió.
—¿Qué? —La sonrisa desapareció de repente del rostro de Tom—. ¿Cuándo?
—El día de la conferencia.
—¿Y por qué no has dicho nada hasta ahora?
—Porque sabía que te pondrías así. Sabía que te enfadarías y no quería que te alteraras antes de hablar en público.
—¿Qué quería?
—Me comentaba que habías aprobado la propuesta de trabajo de Christa.
—¿Y qué más?
—Me deseaba Feliz Navidad y decía que me enviaría un regalito a Selinsgrove.
A Tom se le dilataron las aletas de la nariz.
—¿Y a santo de qué te tiene que enviar nada?
—Porque es mi amigo. Supongo que será un frasco de sirope de arce, que estaré encantada de regalarle a mi padre. Paul sabe que tengo un novio que me hace muy feliz. Te reenviaré su correo electrónico si quieres.

—No será necesario —replicó él, con los dientes apretados.
____ se cruzó de brazos.
—Cuando la profesora Dolor estaba cerca, bien que me animaste a acercarme a Paul.
—Las circunstancias eran distintas. Y no quiero hablar de ella nunca más.
—Es muy fácil para ti decir eso. Tú no te vas encontrando por ahí con personas con las que me he acostado...
Tom la fulminó con la mirada.
____ se cubrió la boca con la mano.
—Lo siento. Eso ha sido innecesario.
—Además, como recordarás, yo sí me he encontrado con al menos una persona con la que has tenido una relación sexual.
Volviéndose, Tom se acercó al extremo del mirador. ____ le dio unos instantes para que se calmara y luego se acercó también. Cuando estuvo a su lado, enlazó el meñique con el suyo.
—Lo siento.
Tom guardó silencio.
—Gracias por rescatarme de Simon.
Él frunció el cejo y le espetó:
—Sabes que tengo un pasado. ¿Piensas sacarlo a relucir a cada momento?
Ella se miró los zapatos.
—No.
—Ese comentario no ha sido digno de ti.
—Lo siento.
Tom permaneció con la mirada fija en la ciudad a sus pies. Los tejados de tejas rojas brillaban al sol, mientras que la cúpula de Brunelleschi dominaba la escena.
____ optó por cambiar de tema.
—Christa se comportó de un modo muy extraño durante tu último seminario. Parecía resentida. ¿Crees que sabe algo?
—Estaba enfadada porque había rechazado todos sus descarados intentos de seducción. Pero entregó la propuesta a tiempo. Y era aceptable.
—¿No... no te está chantajeando?
—No todas las mujeres de planeta son tus rivales, ____ —respondió él, soltándole el dedo bruscamente.
—Ese comentario no ha sido digno de ti.
Tras unos instantes, Tom se calmó. Ella lo notó por el modo en que se le hundieron los hombros.
—Perdóname.
—No perdamos el tiempo discutiendo, por favor.
—Estoy de acuerdo. Reconozco que no me gusta que Paul te escriba, pero supongo que podrías ser amiga de tipos mucho peores. —Tom sonaba aún más remilgado que de costumbre.
____ sonrió y le dio un beso en la mejilla.
—Éste es el profesor Kaulitz que conozco y del que me enamoré.
Tom se sacó el móvil del bolsillo para hacerle una foto con la ciudad al fondo. Al ver que ____ reía y se divertía, siguió haciéndole fotos hasta que el sonido del teléfono los interrumpió. Las poco discretas campanadas del Big Ben no eran fáciles de ignorar.
____ lo miró desafiante.
Con una mueca, Tom le atrapó la cara entre las manos y le dio un apasionado
beso. Tras separarle los labios con decisión, le deslizó la lengua en la boca.
____ le devolvió el beso, abrazándolo por la cintura para acercarlo más a ella, mientras el Big Ben no dejaba de sonar.
—¿No vas a responder? —le preguntó, cuando pudo hablar.
—No. Ya te lo he dicho antes. No voy a hablar con Paulina.
Tom le dio un beso rápido.
—Me da pena.
—¿Por qué?
—Porque tuvo una vida contigo. Porque todavía te quiere, pero te perdió. Si yo te perdiera, estaría destrozada.
Él resopló con impaciencia.
—No vas a perderme. Deja de decir eso.
____ sonrió débilmente.
—Tom, hay algo que debo decir.
Él dio un paso atrás para mirarla a los ojos.
—Ten en cuenta que te lo digo porque me preocupo por ti —añadió, mirándolo muy seria—. Es verdad que Paulina me da pena, pero es evidente que lleva años tratando de manipularte con lo que pasó, para mantenerte en su vida. Me pregunto si no se mete en tantos líos para que la rescates. Creo que ha llegado el momento de que establezca un vínculo emocional con otra persona. Con alguien de quien pueda enamorarse.
—Estoy de acuerdo —dijo él, tenso.
—¿Y si no puede ser feliz porque no te ha soltado? Tú rompiste la relación y me encontraste a mí. ¿No crees que si ella hace lo mismo será mucho más fácil que pueda ser feliz con otra persona?
Tom asintió y la besó en la frente, pero se negó a seguir hablando del tema.

CAP 4 (PARTE 3)
El resto de su estancia en Florencia fue tan feliz que pareció más una luna de miel que unas vacaciones. Durante el día visitaban museos o iglesias y luego regresaban al hotel, donde pasaban horas haciendo el amor, a veces despacio, a veces con locura.
Cada noche, Tom elegía un restaurante distinto donde cenar. Después de la cena, volvían al hotel dando un paseo, deteniéndose en alguno de los puentes para besarse como adolescentes, bajo el frío cielo invernal.
En su última noche en Florencia, Tom llevó a ____ al Caffé Concerto, uno de sus restaurantes favoritos, situado en una de las orillas del Arno. Pasaron varias horas degustando el menú, que consistía en numerosos platos. Mientras tanto, hablaban de las vacaciones y de su floreciente vida sexual. Ambos reconocieron que aquella semana había supuesto una especie de despertar sexual para ambos. Para ____ había sido una introducción en los misterios de eros. Para Tom, un acceso a la realidad de los cuatro tipos de amor unidos.
En un momento de la conversación, él le confesó la sorpresa que había estado guardando: había reservado una casa en la región de Umbría para su segunda semana de vacaciones. Le prometió que irían a Roma y Venecia en otro viaje, probablemente el verano después de visitar Oxford.
Tras la cena, Tom la llevó bajo el Duomo una vez más.
—Tengo que besarte —susurró, pegándola a su cuerpo.
____ estaba a punto de responderle, pidiéndole que la llevara al hotel y la marcara de un modo más profundo, cuando una voz la interrumpió:
—¡Preciosa señora! —dijo una voz en italiano desde los escalones de la catedral—. Una limosna para un anciano.
Sin pensar, ____ se apartó para ver quién hablaba. El hombre siguió pidiéndole dinero para comprarse algo de comer.
Tom la agarró del brazo cuando vio que ella se acercaba a los escalones.
—Vámonos, amor.
—Pero hace frío. Y tiene hambre.
—La policía no tardará en llevárselo. No les gusta que haya pedigüeños en el centro de la ciudad.
—La gente tiene derecho a refugiarse en los escalones de las iglesias. Es su derecho a santuario —murmuró.
—El concepto medieval de santuario ya no existe. Los gobiernos occidentales lo abolieron, Inglaterra antes que nadie, en el siglo diecisiete —explicó y refunfuñó al ver que ella abría el bolso y le daba al hombre un billete de veinte euros.
—¿Tanto? —Frunció el cejo.
—Es todo lo que tengo. Y mira, Tom —añadió, señalando las muletas.
—Buen truco.
____ lo miró decepcionada.
—Sé lo que es pasar hambre.
Dio un paso en dirección al mendigo, pero Tom la detuvo.
—Se gastará el dinero en vino o en drogas. No lo ayudarás dándole ese dinero.
—Incluso un drogadicto merece un poco de amabilidad.
Él se encogió.
Mirando hacia el hombre, ___ añadió:
—San Francisco de Asís era caritativo con todos por igual. Su caridad no era condicional. Daba a todos los que pedían.
Tom puso los ojos en blanco. No tenía ninguna posibilidad de ganar una discusión con ella si invocaba a san Francisco. Nadie podía oponerse a ese tipo de argumentos.
—Si le doy algo, sabrá que alguien se ha preocupado por él. Y haga lo que haga con el dinero, eso es bueno. No me prives de esta oportunidad de dar.
Trató de rodear a Tom una vez más, pero él se lo impidió de nuevo. Le arrebató el billete de la mano, añadió algo más de su bolsillo y se lo alargó todo al mendigo.
Los dos hombres intercambiaron unas cuantas palabras en italiano. El pobre le lanzó besos a ____ y trató de darle la mano a Tom, pero éste no la aceptó.
Cogiéndola a ella del brazo, la apartó de allí.
—¿Qué te ha dicho?
—Le ha dado las gracias al ángel por su misericordia.
____ se detuvo y lo besó entre los ojos hasta que él dejó de fruncir el cejo y sonrió.
—Gracias.

—Yo no soy el ángel al que se refería —gruñó Tom, besándola.





HOLA!!! AQI ESTA EL 4 ... LES DIJE QUE HABRIA MUCHA PASION POR ESTOS DOS xD ... MAÑANA NO LES PODRE AGREGAR PERO EL MARTES SALIENDO DEL TRABAJO LES AGREGO, LO PROMETO, CLARO, SI VEO 4 O MAS COMENTARIOS, CLARO JAJAJA .... SOY MALA, PERO QUIERO Y ME GUSTA VER MUCHOS COMENTARIOS ... ESPERO Y LES ESTE GUSTANDO EL SEGUNDO LIBRO, ESTA HERMOSO ... YA VERAN LO QUE HARA CHRISTA ... MAS ADELANTE Y SI .. NO TODO ES COLOR DE ROSA, SUFRIRAN, ES TODO LO QUE LES PUEDO DECIR :(( YO LLORE, ... BUENO QUE ESTEN BIEN, NOS VEMOS HASTA EL MARTES :))

4 comentarios:

  1. :O me encantooo el cap 4, jajaja q pasión hay entre Tom y (Tn) q bellos de verdad, ya me muero x saber q hará Christa mas adelante x separar a Tom de (Tn) me imagino q sera algo fuerte y feo xq como dices sufrirán :( bueeh esperare los caps, oye una pregunta y Paul no interferirá entre Tom y (Tn) lo digo xq si el se entera de la relación q tiene (Tn) con Tom no estará de acuerdo y ps me imagino q el no tiene un buen concepto de Tom y como esta enamorado de ella supongo q luchara x ella, me gustaría q eso pasara a ver q hace Tom.. no soy mala solo trato de hacer comentarios buenos ps para q la fic se ponga mas buena de lo q esta :):)

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  2. Que como que lloraran!! No Virgi no me digas esas cossas q me desespero y angustioo!!

    Mala muero por saber.. Esta buenizimaa estan disfrutando su sexualidad *.*

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  3. HOOOOOOOOOOOOOOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA !!!!! omg !! perdon que no habia podido comentar D: estaba en casa de mi abuela y no tenia internet en la computadora D: solo en el cel y era poco :'( no me dejaba comentar pero bueno ya llegue :3 OMG !!! esto esta que arde !! aparte de mucha "accion" hay pleitos wow !! y con respecto al prologo eso me dejo intrigada D: que sera?!?!? bueno espero el 5 con MUCHAS ANSIAS !!! sube sube pllzzz !!!!!!! <3

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